Al principio de este documental Emilio Ruíz del Río viene a decir algo así como que odia los making off, que es una herejía y que nunca deberían haber sido rodados. Es como revelar trucos de magia y le parece una estupidez. Y a renglón seguido suelta: "Bueno, es que este documental tampoco debería ser hecho". Sólo por esta confesión ya vale la pena.

El documental no es una genialidad. Pero el protagonista sí que es un genio. Es una especie de McGyver del mundo cinematográfico. Si no tenías un duro para una buena ambientación, unos centenares de extras o unos buenos efectos especiales, este genio te lo solucionaba. Trabajó en grandes producciones como "Cleopatra" o "Doctor Zhivago" en la que fue capaz con uno de sus trucos de transformar el barrio madrileño de Canillas en Moscú. Pero donde más disfrutaba era en las producciones de bajo coste. Peplums italianos, ciencia ficción de pacotilla y cosas así. Y caray que ideas tenía. Un hacha.

Al final del documental hace una relexión acertada sobre los trucos digitales. Ya nada será igual, y aunque el resultado sea más espectacular se pierde la gracia del mago artesanal, que tiene la peculiaridad de embobarte más. Tal como dice el geniaco éste: "Se trata de meter la mentira en la verdad".

Desde luego tipos como Emilio Ruíz del Río han hecho más por el séptimo arte que divos que viven de cara a la galería. Murió recién acabado el rodaje. Pocos lo recordarán seguramente, pero su obra perdurará.