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España España · Badajoz
Voto de Shikigami:
6
Terror Frankenstein, un joven médico, trata de crear al ser humano perfecto y, sin intención, termina creando un monstruo. Primera versión cinematográfica de la novela de Mary Shelley. (FILMAFFINITY)
3 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 11 de marzo de 2018 se cumplieron nada menos que 200 años de la obra literaria de Mary Shelley “Frankenstein o el moderno Prometeo”. Un ejemplo de perdurabilidad cultural a lo largo de distintas épocas y contextos.
Desde esta primera versión cinematográfica de 1910 hasta hoy mismo, se ha forjado un arquetipo rotundo, explícito, pero contemplado y estudiado desde múltiples visiones.
Así, tras las veladas de Shelley en Villa Diodati en Cologny, junto a Byron y otras amistades, donde se fraguó la criatura, hasta el reciente musical El Jovencito Frankenstein, estrenada en 2007 en Estados Unidos y en 2018 en España —adaptación de la película homónima de Mel Brooks de 1974— tenemos a Frankenstein paseándose durante estos más de dos siglos por nuestras pesadillas, ambiciones, pensamientos, expresiones artísticas, escenarios, libros, cómics, películas de todos los géneros (terror, comedia, animación, series B y Z, erótico...), y mucho más.
Así, recordamos al personaje de Herman en la serie La familia Monster, la canción Feed my Frankenstein, del peculiar rockero Alice Cooper, o los proyectos de Fernando Marías “Hijos de Mary Shelley”, entre lo literario y lo escénico, y “Frankenstein resuturado”, ambicioso volumen de 2018 que conjuga una nueva traducción del libro original, nuevos relatos, ilustraciones y música.
Sin duda cuajó la estética y la ambientación de la película de James Whale de 1931 —El Doctor Frankenstein— en el imaginario colectivo y desde entonces hasta hoy nos sirve para horrorizarnos, no tanto por un desdichado monstruo de mirada ausente, cráneo alargado y tornillos en el cuello, sino por la nefasta capacidad creadora del hombre cuando quiere jugar a ser Dios.
En la película pionera de J. Searle Dawley apenas se esbozan los personajes. Casi no da tiempo, en una trama en el que el curioso proceso de creación del monstruo (más alquimia que mecánica o biología) se desarrolla más de lo necesario, haciendo ostentación de los efectos especiales de la época. Pero el mensaje queda más que claro en una precisa narración.
A destacar el uso de espejos para ampliar los planos, crear misterio y suspense.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Shikigami
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