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España España · Badajoz
Voto de Shikigami:
9
Fantástico. Terror. Drama. Aventuras Adaptación libre del poema de Dante Alighieri "La divina comedia", e inspirado en las ilustraciones de Gustav Doré. Fue una de las primeras películas surrealistas. (FILMAFFINITY)
2 de agosto de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda mitad del siglo XIII. La belleza de Beatriz, una niña real, idealizada o imaginaria de sólo nueve añitos, produce tal impacto en otro niño de parecida edad, Dante Alighieri, que muchos años más tarde le inspiraría una de las obras maestras de la literatura universal: La Divina Comedia.

No sabemos si existió realmente, si sólo la vio, la conoció, la amó, la deseó o mantuvo con ella alguna relación romántica. Algunos indicios la asocian a la hija de un rico banquero. El caso es que es un personaje central del famoso poema, que llena de fe el alma torturada de Dante (el protagonista es el propio poeta) para que éste pueda atravesar el Infierno y el Purgatorio, y posteriormente ascender en el Paraíso.

La Divina Comedia constituyó un tema magnífico en los tiempos en que el cine fue dejando su vestimenta de divertimento superficial para hacerse profundo y culto. Hablamos de 1911. Hablamos más concretamente de Italia. Y ya de una película larga: 1.400 metros de cinta. Más allá de las connotaciones antisemitas de la cinta, interesaba rentabilizar un producto brillante y espectacular para un público ávido de nuevas emociones en la convulsa Europa de la época. Para ello no bastaba con un aprobado. El trabajo, los medios y la técnica debían ser sobresalientes. Interesaba, de paso, alimentar el orgullo —y la unidad— nacional dando vida y movimiento a una de las cimas culturales italianas, una obra literaria compleja y densa, pero con imágenes poderosas, simbólicas y misteriosas, recordadas gracias a cuadros e ilustraciones como las de Gustave Doré. Interesaba utilizar el nuevo medio, también, como vehículo cultural para consumo de masas.

Con ello se ponía en marcha una verdadera industria del cine, y se daba alas a la nueva forma de expresión.

Para que todo cuajara, se ideó una descomunal campaña de promoción, con fotos de algunas escenas impactantes y anuncios, que fue aprovechada por la cara por la productora Helios para lanzar paralelamente una película de igual nombre, "L’Inferno", pero metraje mucho inferior. Tonto el último.

Así y todo, dada la calidad del producto (el largo de Milano Film), rápidamente se proyectó en salas de Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Y aún hoy fascina y seduce.

Hay que decir que la película trata la primera parte de las tres en que se compone la Divina Comedia, dejando de lado el Purgatorio y el Paraíso. Aprovecha el terror, la angustia y la maldad, más cinematográficas, de esta primera parte. No obstante, la película se cierra y la historia adquiere sentido, a pesar de una Beatriz que sólo actúa como intercesora (en el poema su papel de guía para Dante se reserva para el Paraíso y algunos capítulos del Purgatorio). Hay que decir también que algunos de los capítulos de El infierno ya habían sido tratados en otras películas cortas anteriores, como Francesca de Rimini o el conde Ugolino. En El Infierno estas historias son tratadas como flashbacks que nos retrotraen al mundo de los vivos, creando un contrapunto rodado a la perfección.

La película arranca con Dante perdido en la Selva oscura, desde donde divisa una alta cumbre iluminada, que representa su salvación. Se encuentra con los pecados, la avaricia, el orgullo y la lujuria, en forma de una pantera, un león y una loba.

Será Virgilio, el poeta de la Antigua Roma, el que ayude y acompañe a Dante en su odisea infernal.

Sólo hay un plano corto, aún inusual en el lenguaje visual de la época. Pero llama la atención el esmerado detalle de los decorados, naturales o no, con escenografías asombrosas, efectos especiales —superposiciones, stop tricks, juegos de perspectiva…— muy pensados y trabajados. Las ambientaciones están muy conseguidas y los encuadres favorecen la narración, a pesar de la complejidad de los elementos y la variedad y cantidad de personajes puestos en escena.

Al ser una película aún sin sonido, la teatralidad actoral propia de este tipo de cine añade más fuerza al discurso: los aspavientos y las marcadas gesticulaciones nos hacen añorar otras épocas en que la verosimilitud no se abandonaba exclusivamente al virtuosismo digital y técnico, sino en la capacidad artesana de atrapar el subconsciente del espectador y arrastrarlo al propio mundo creado en la filmación. Para ello solamente se contaba con un puñado de recursos estilísticos y dramáticos, y unas tecnologías precarias pero estimuladas con sobredosis de imaginación.

Es tal la fuerza visual desplegada que no es necesaria ninguna música que acompañe la proyección. Es más, puede ser más eficaz el silencio que una música efectista encajada a la fuerza .En cualquier caso, la música de Tangerine Dream que acompaña a una de las versiones no es de lo peor que uno podría esperar.

El infierno de Giuseppe de Liguoro, Francesco Bertolini y Adolfo Padovan es una excelente y recomendable forma de adentrarse en la obra de Dante Alighieri.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Shikigami
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