Viendo esta película se le pasan a uno muchas cosas por la cabeza. Muchas cosas al mismo tiempo. De las cosas que se me pasaron a mí tal vez el título de esta crítica sea la que más me llamó la atención. Luego cuando la película terminó pensé "esta peli lo tiene todo". Veamos:

-Las actuaciones son tremendamente buenas en todos los intérpretes, incluso cuando dejan de cantar hacen unos grandísimos papeles, cosa difícil de ver en un musical.
-Los números musicales son geniales, con letras y situaciones llenas de referencias a lo que los personajes viven fuera del escenario.
-Saben cuando parar. Tal vez esto sea lo más importante y lo que puede hacer que alguien no aficionado a los musicales disfrute la cinta. Es decir, hay canciones, pero no ocupan todo el metraje ni mucho menos y solo se canta en el escenario. Por eso no sé si considerarla un musical, ya que las canciones ocupan un tiempo mucho menor que los diálogos y la verdadera historia se queda fuera del canto. ¡Incluso el personaje interpretado por Michael York, coprotagonista del film, no canta! Creo que eso es impensable en cualquier otro musical.
-La historia. Simplemente genial, y todavía más genial si asumimos que se trata de un musical. En vez de una tonta y ñoña historia de amor se nos relata una tragedia que toca temas como el ansia de fama, la homosexualidad, los nazis e incluso el aborto. Todo esto y más tiene cabida en una película con unos diálogos ácidos, divertidos y también desesperanzadores.
-Por último destacar a Liza Minnelli y, como no, a Joel Grey, que bordan sus exagerados personajes, sobre todo la Minnelli, sobre la que recae el mayor protagonismo, que consigue hacernos creer a un personaje que en manos de otra actriz podría ser una sobreactuación horrible.

En definitiva, muy muy pero que muy recomendable, incluso si no te gustan los musicales, ya que mientras escribo esto acabo de llegar a la conclusión de que esta cinta no lo es.