Largometraje del superhéroe más nacionalista del mundo del cómic, sólo superado por su posterior y enfermizo coetáneo Capitán América. Una película comercial juvenil que posee un setenta por ciento de acción sin parar, un veinte por ciento de trama y un diez por ciento de romanticismo tóxico. En cuanto a la acción y los combates no tengo queja ninguna, son lo que se espera, luces de color, explosiones, golpes memorables, etc..., todo contra un villano tecnológico que conecta con aquel espíritu crítico de los tebeos del 38 al 43 y sobre todo con su versión animada del mismo periodo (Fleischer) contra la tecnología, es decir, se rememora la figuración del superhombre de Nietzsche contra la ciencia (una apología nacionalista y prefigurativa del fascismo que enferma por momentos al disfrazarse de entretenimiento). Por otro lado, se da un paso más allá que en los años 40 al poner a Lex Luthor como elemento humano en favor de la tecnología, aunque eso le genere catastróficas consecuencias. Luthor es un Judas corruptible, Brainiac hace apología de Satanás y Superman el Mesías que ha de bajar a los infiernos a modo de Orfeo y Eurídice para salvar a su amada. Película que aunque esconda un fondo conservador o religioso con un amor tóxico (Lois es realmente mediocre) posee el elemento Luthor que junto con Brainiac da bastante juego y no deja de ser una versión contemporánea de Cristo que resulta interesante, sumado al hecho de su ritmo vertiginoso, cargado de combates.

Nota: 7/10
Alfonso J.