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España España · MADRID
Voto de jaime:
10
Drama París, 1968. Isabelle (Eva Green) y su hermano Theo (Louis Garrel), solos en la ciudad mientras sus padres están de viaje, invitan a su apartamento a Matthew (Michael Pitt), un joven estudiante americano, al que han conocido en un cine. Una vez en casa, establecen unas reglas para conocerse mutuamente, explorando emociones y erotismo a través de una serie de juegos extremadamente arriesgados. (FILMAFFINITY)
26 de noviembre de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mayo del 68 fue la época de la revolución. Una época de revolución cultural, política y social que coincidió con una etapa cinematográfica tan influyente como la Nouvelle Vague. Fue la época donde los jóvenes parisinos se sentían libres, rebeldes y soñaban con cambiar el mundo.
Los tres protagonistas son la representación de esos jóvenes. Un americano que llega a París influido por su amor al cine. Dos hermanos: uno, rara pero atractiva mezcla entre François Truffait y Jean-Pierre Leaud. La otra, la reencarnación de Anna Karina en el cuerpo de Eva Green. Los tres comparten algo: son jóvenes y aman el cine. Su relación y vivencias en esa París que huele a revolución, está cargadas de referencias culturales, musicales y artísticas entre juegos cinéfilos y discusiones compartiendo cigarros.
Pero más allá de su amor por el cine, de su afán revolucionario, los tres son jóvenes y así llega el sexo. El sexo como juego, como descubrimiento, como proceso de libertad juvenil. El sexo se convierte en otro aspecto más de la juventud de esa época.
Porque al fin y al cabo, esta es una película sobre la juventud, dirigida por un hombre que quiere volver a ser joven y quiere volver a esa época donde los jóvenes soñaban con cambiar el mundo. Y aunque lleguen las dudas, las discusiones y enfrentamientos, y la huida de esas ideas, de ese lugar, de esa etapa y de ese amor (cinéfilo y carnal); al final, queda el sentimiento y el recuerdo de que por un momento, en ese mayo del año 1968, se vivió uno de los mejores momentos de la historia para las juventudes parisinas donde soñar era el mejor arma. Y el cine, como tanto sabe Bertolucci, era el mejor aliciente para cambiar el mundo.
jaime
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