Si habláramos de pintura, "P. Tinto" sería, sin ninguna duda, lo que llamaríamos una caricatura; una distorsión exagerada de una realidad que, aunque se mantiene fácilmente reconocible, encuentra el hilarante humor en su carácter surrealista.

El gran logro de Fesser fue conseguir que guión, diálogos, interpretaciones, fotografía y sonido se mezclaran en la justa medida para crear una ambientación y, en definitiva, una película únicas, en el sentido más literal de la palabra; "P. Tinto" habla su propio idioma.

Si existe un producto al que se pueda comparar este tipo de humor caricaturesco, podría ser un tebeo español de la época, y los que han leído saben de qué hablo; esto, seguro, tuvo que ver en la elección de este señor para dirigir las posteriores adaptaciones de "Mortadelo y Filemón"...

"P. Tinto" tiene otra especial cualidad: logra un humor surrealista que no cae en lo absurdamente fácil, logra un humor inteligente.

Altamente disfrutable.