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España España · Santa Cruz de Tenerife
Voto de JohannesOrdet:
9
Drama Cronica de la vida de dos mujeres. Adela (Sonia Almarcha) es una madre soltera que se traslada con su niño desde un pequeño pueblo a Madrid. Allí encuentra trabajo y entabla nuevas amistades, pero, de repente, sucede algo perturbador. Antonia (Petra Martínez) es la proprietaria de un pequeño supermercado de barrio, cuya sosegada vida se ve alterada por los problemas de sus hijas. (FILMAFFINITY)
26 de diciembre de 2007
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La temática social no es revolucionaria, per se. Pero sí la franqueza de un Rosales al abordarla en su esencialidad. Sin grandes frases de manual, sin efectismos con la cámara, sin actuaciones hipertrofiadas.

A veces intuyo que un actor es demasiado actor, noto que está actuando, que es un impostor. Eso es un actor, un impostor, alguien que pretende la suspensión de la incredulidad. Y eso es un arte, sin duda, la impostura. Sin embargo la mala actuación revela la impostura. El meta-actor (alguien que finge ser un actor y revela ser un actor) frente al actor (alguien que finge ser un personaje). En el cine de Rosales el actor es un actor.

La vida está sublimada en las películas, en una hipertrofia de situaciones límite, a veces verosímiles o metafóricas. Y sin embargo Rosales no busca la caricatura, persigue atrapar lo esencial de nuestra figura, no su hipertrofia en lo limítrofe. Y además no anhela dicho hallazgo como una pose.

Decía Heidegger que en el acontecer estético (ante la obra de arte) se produce el desvelamiento, de algo cierto, de algo auténtico, del ser manifestado en una concreta forma de ser. Rosales busca desvelar la realidad de nuestra condición, ese ámbito cotidiano, público y privado, donde nos movemos y nos relacionamos, donde existimos en la incertidumbre en la que nos sumerge la propia incomprensión de esa existencia que somos.

"La soledad" es una película social. Esa es su temática. Costumbrista, si se quiere. Pero por encima de ello es una película existencial, y por ello apunta a la esencia de la sociedad, "el individuo".

"Bressonianamente" a la búsqueda del personaje, no del actor, en la contención de los actores, en su expresividad sin retórica. "Rohmerianamente" a la búsqueda del instante, del trozo de vida. Futuro del cine, la intuición de que el cine puede ser otra cosa distinta del folletín, del libreto clásico, y que las normas institucionalizadas del racord, de la puesta en escena, no son más que eso, normas.
JohannesOrdet
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