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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
4
Thriller. Romance Nick, un joven surfista, cree que todos sus sueños se han hecho realidad cuando va a Colombia a visitar a su hermano. En un ambiente idílico de lagunas azules y blancas playas, Nick se enamora perdidamente de la bella María. Todo parece perfecto hasta que Nick conoce al tío de la joven, un tal Pablo Escobar. (FILMAFFINITY)
16 de octubre de 2016
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Independientemente de lo inoportuno de su título original —"Paradise Lost", de John Milton, es una de las obras cimeras de la literatura inglesa—, esta película constituye un sinsentido mayúsculo, desde el romance de subnormales entablado entre las dos acelgas protagonistas, hasta el eufónico inglés americano en que se expresan el "Patrón" y sus matachines. De hecho, estaríamos hablando de un bodrio cósmico sin paliativos de no ser por la presencia siempre carismática de un Benicio del Toro que hace lo que puede por salvar del naufragio al Pablo Escobar de opereta que le cae en (mala) suerte.
El argumento —si es que cabe considerar semejante ristra bochornosa de despropósitos como tal— es como sigue: un pollo canadiense llegado a la Colombia de las guerrillas y los carteles no se sabe bien a qué —él dice que a hacer surf, pero no se lo ve subido a la tabla en ningún momento—, le pide un vaso de agua a una risueña activista local que resulta ser la sobrina favorita de Pablo Escobar. Como sucede siempre que le pides agua a una desconocida —ah, ¿que a vosotros no os pasa?—, ambos se enamoran hasta las trancas y no tardan en ir a la Hacienda Nápoles a pedir la bendición del narco por antonomasia, a quien le cae tan estupendamente el mozo que de inmediato lo pone a trabajar... de limpia piscinas. Cómo de la noche a la mañana pasa a ser uno de sus sicarios de confianza es algo que Andrea Di Stefano, el culpable de todo esto, no se molesta en explicar. Debía de tener prisa por lanzarse a la igualmente abracadabrante trama de supervivencia en tierra hostil que ocupa el segundo tramo de la cinta. En ella, los asesinos a sueldo de Escobar, comandados por Carlos Bardem en absoluto encasillado en un papel que lleva encarnando desde... ¿siempre?, hacen gala de una incompetencia tan obscena que uno se pregunta si una ONG de cooperación al desarrollo no habría satisfecho más plenamente sus aspiraciones.
Redondea la función la lozana parejita formada por Josh Hutcherson y la española Claudia Traisac. Sus nefandas interpretaciones logran la cuadratura del círculo al convertir a dos personajes absolutamente anodinos en un par de oligofrénicos por los que tratas de sentir lástima al menos; pero a fuer de insoportables te obligan a acabar deseando que, por el bien de la humanidad futura, no tengan descendencia.
En fin, cualquier parecido con la extraordinaria “Narcos” o, incluso, con el chocarrero culebrón “Pablo Escobar, el patrón del mal” es pura coincidencia. Pero no lo hay, así que ni la coincidencia siquiera.
Carorpar
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