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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
8
Terror. Intriga Una puritana institutriz es contratada para hacerse cargo de la educación de dos niños huérfanos que viven en una apartada mansión rural. Pronto empieza a sospechar que los antiguos criados, muertos hace tiempo, ejercen todavía una perniciosa influencia en la vida de los niños. Basada en la novela de Henry James "Otra vuelta de tuerca". (FILMAFFINITY)
1 de noviembre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando, hace bastantes años, leí “Otra vuelta de tuerca”, no me quedó claro si los fantasmas habitaban la mansión victoriana o sólo la mente de su narradora. Mucho tiempo después, y tras ver esta “The Innocents”, una de sus muchas adaptaciones a la gran pantalla, descubro que esa confusión, basada en la ambigüedad de la historia, era no sólo un efecto buscado, sino el gran objeto —esa “turn of the screw”— de Henry James al escribir su célebre novela.
Si el libro, publicado en 1898, sentaba unos cuantos arquetipos posteriormente, y aún hoy, imitados “ad nauseam”, la versión cinematográfica que nos ocupa, producida y dirigida por el artesano Jack Clayton, constituye la más fiel aproximación al espíritu malsano del original.
Rezuma “The Innocents” un aroma clásico y elegante que no hace sino reafirmarse con la presencia de la estajanovista Deborah Kerr. La participación en el guión de un Truman Capote en plena efervescencia creativa supone una garantía y un aditamento, de calidad la primera y de mórbida, freudiana sexualización el segundo.
En efecto, durante la primera hora de metraje, “The Innocents” se comporta como una cinta de terror al uso, si bien, insisto, haciendo gala de un sobrio aunque no por ello menos efectivo manejo de los códigos. No obstante, asistimos a partir de entonces al acelerado hundimiento de una soberbia Deborah Kerr en los abismos de la locura. Las razones de su “histeria” —en el sentido que al término le daba la psicología todavía a gatas de finales del siglo XIX y principios del XX— hay que buscarlas, tal como hiciera Freud, en la represión consustancial a la sociedad victoriana. Kerr, quien en sí misma parece la encarnación del epíteto “uptight” —a mi juicio, intraducible a la par que elocuente—, provoca escalofríos con su mirada perdida entre las brumas alucinatorias.
Un apunte final, y no menor: “The Innocents” da miedo. Bastante, de hecho. Más que la, por otra parte, muy correcta “Los otros” (2001), con la que no cuesta emparentarla. Y más, mucho más, eso seguro, que la inmensa mayoría de cintas de presunto terror con que se nos ha torturado en la última década.
Carorpar
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