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Voto de Feisal:
10
8.6
175,973
Drama
Oskar Schindler (Liam Neeson), un empresario alemán de gran talento para las relaciones públicas, busca ganarse la simpatía de los nazis de cara a su beneficio personal. Después de la invasión de Polonia por los alemanes en 1939, Schindler consigue, gracias a sus relaciones con los altos jerarcas nazis, la propiedad de una fábrica de Cracovia. Allí emplea a cientos de operarios judíos, cuya explotación le hace prosperar rápidamente, ... [+]
15 de noviembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más allá de otras consideraciones, ésta es la película con la que Spielberg pasó de la adolescencia a la madurez casi instantáneamente. O dicho de otra forma, esta película representó para el cineasta su oportunidad de mostrar al mundo su forma de mirar al mundo, al hombre y a sus circunstancias. Y de reflejar su propia personalidad en esas imágenes. Y luego están los Oscars, sí, pero hablaremos de eso más adelante.
"La lista de Schindler" es una película imperfecta, hay cosas que sobran y quizá otras que falten. Y sí, a pesar de eso, la he plantado un 10 de nota, pero hablaremos de eso más adelante. Prácticamente cada cineasta que hubiera dirigido este guión y esta historia hubiera terminado por reflejar su propia personalidad en las imágenes y en la construcción de las secuencias, principalmente porque la potentísima carga dramática que conlleva el Holocausto, los campos de concentración, la propia historia de Schindler y el drama humano de aquellos años son un reto emocional para el propio director. Wilder, Bresson, Tarkovski, Godard... cada cineasta, repito, adaptaría la historia a su propio lenguaje cinematográfico, a su tempo narrativo y a su forma de ver aquel drama. Cada uno se haría unas preguntas, cada uno aplicaría su visión y forma de ser a la historia: frialdad, tristeza, pesimismo, ira, rabia...
Pero es Spielberg el que ha dirigido esta película. Spielberg, judío y de familia judía, con lo que la carga personal es ya evidente. Y casi puedo imaginarme los años 1991, 1992, cuando muchos de los muchísimos detractores que tiene este director se echarían las manos a la cabeza. El director de los Indiana Jones y de Hook, narrando la historia (Historia, más bien) de los nazis, los campos de concentración y de exterminio y del drama del pueblo judío. Tela. Y lo que parecía el descalabro definitivo de un Spielberg que venía encadenando dos fracasos seguidos (Always y Hook), se convirtió en el triunfo definitivo de uno de los nombres importantes del cine mundial de los últimos 40 años. Su cénit, quizá, que dura todavía.
No resumiré aquí la ya famosa historia de Oskar Schindler, su relación con los nazis y cómo salvó a sus judíos trabajadores en su fábrica. Es de sobra conocida. Para empezar, la reconstrucción histórica, presentada en elegante y fúnebre blanco y negro cortesía de Janusz Kaminski, es apabullante. La Cracovia invadida por los alemanes, el campo de exterminio construido por la Schutzstaffel o SS, todo ello nos sumerge de lleno en una historia que va en crescendo continuo. Spielberg se arremangó y se estrujó la cabeza para sacar lo mejor de sí, lo mejor que nunca había dado. Porque una de los episodios más tristes y espantosos de la existencia de la raza humana merecía un esfuerzo semejante.
"La lista de Schindler" es una película imperfecta, hay cosas que sobran y quizá otras que falten. Y sí, a pesar de eso, la he plantado un 10 de nota, pero hablaremos de eso más adelante. Prácticamente cada cineasta que hubiera dirigido este guión y esta historia hubiera terminado por reflejar su propia personalidad en las imágenes y en la construcción de las secuencias, principalmente porque la potentísima carga dramática que conlleva el Holocausto, los campos de concentración, la propia historia de Schindler y el drama humano de aquellos años son un reto emocional para el propio director. Wilder, Bresson, Tarkovski, Godard... cada cineasta, repito, adaptaría la historia a su propio lenguaje cinematográfico, a su tempo narrativo y a su forma de ver aquel drama. Cada uno se haría unas preguntas, cada uno aplicaría su visión y forma de ser a la historia: frialdad, tristeza, pesimismo, ira, rabia...
Pero es Spielberg el que ha dirigido esta película. Spielberg, judío y de familia judía, con lo que la carga personal es ya evidente. Y casi puedo imaginarme los años 1991, 1992, cuando muchos de los muchísimos detractores que tiene este director se echarían las manos a la cabeza. El director de los Indiana Jones y de Hook, narrando la historia (Historia, más bien) de los nazis, los campos de concentración y de exterminio y del drama del pueblo judío. Tela. Y lo que parecía el descalabro definitivo de un Spielberg que venía encadenando dos fracasos seguidos (Always y Hook), se convirtió en el triunfo definitivo de uno de los nombres importantes del cine mundial de los últimos 40 años. Su cénit, quizá, que dura todavía.
No resumiré aquí la ya famosa historia de Oskar Schindler, su relación con los nazis y cómo salvó a sus judíos trabajadores en su fábrica. Es de sobra conocida. Para empezar, la reconstrucción histórica, presentada en elegante y fúnebre blanco y negro cortesía de Janusz Kaminski, es apabullante. La Cracovia invadida por los alemanes, el campo de exterminio construido por la Schutzstaffel o SS, todo ello nos sumerge de lleno en una historia que va en crescendo continuo. Spielberg se arremangó y se estrujó la cabeza para sacar lo mejor de sí, lo mejor que nunca había dado. Porque una de los episodios más tristes y espantosos de la existencia de la raza humana merecía un esfuerzo semejante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Tampoco me extenderé sobre la barbarie nazi cometida contra judíos, eslavos, gitanos, homosexuales y demás víctimas. Hay suficientes testimonios, libros, documentales y memorias dedicadas al tema. El punto concreto, el que interesaba a Spielberg, y al que se aferró para mostrarnos su punto de vista sobre el conflicto es, precisamente, la figura de Schindler. Es posible que algunos hechos de su vida que se muestran en la película se hayan modificado ligeramente, pero Spielberg construye, en parte, al personaje para enviar su mensaje. ¿Y qué mensaje es ese?. Que él, por encima de todas las cosas, cree en la esperanza. Que como muestra Schindler, el hombre, en el momento más bajo de su condición humana, puede alzarse y demostrar dignidad y, quizá, hasta bondad.
El Tercer Reich, la Solución Final, los millones de hombres, mujeres y niños asesinados y borrados para siempre son quizá el testimonio de lo más aberrante y bajuno que el ser humano puede ser capaz, si se pone a ello. Spielberg nos pregunta, "¿por qué no puede ser que en ese mismo momento, en lo más bajo del todo, no surjan personas, otros hombres que den fe al mismo ser humano, que demuestren que no todo está perdido, que puede encontrarse una gota de bien en medio de todo un mar de maldad?. ¿Por qué no?".
Como antes decía, cualquier otro cineasta hubiera optado por otro camino. Spielberg, más que por teorías, pensamientos o reflexiones, opta y siempre ha optado (su filmografía lo demuestra) por el corazón, la emoción pura, la conexión emocional entre las personas. Es una opción legítima, debido también a su carga personal en esta película, y por ello, usa a Oskar Schindler para lanzarnos su mensaje: en medio de la muerte y del horror, pueden existir y existen personas como él, que ven, escuchan y deciden en favor del ser humano, no en contra. Incluso cuando se es un empresario interesado en el dinero y en su posición social, tal y como le vemos en la interpretación memorable de Liam Neeson. En esto se resume toda la película: en el optimismo innato de Spielberg para con el ser humano, un optimismo que está por encima incluso de su judaísmo o del mismo dinero.
El llanto final sobra simplemente porque no es real, no en un hombre pragmático y sobrio como es Schindler, como también sobra el añadido final en color con el homenaje al verdadero Schindler. Y están por una simple razón: Spielberg quería llevarse ese Oscar a toda costa, y se propasó en su objetivo, porque quitando esas dos escenas se lo habría llevado igualmente. Entonces, ¿por qué el 10 que le pongo?. No estoy seguro, quizá porque en el fondo me gustaría tener el optimismo de Spielberg, ese optimismo subrayado por el violín y el piano de John Williams, optimismo teñido de tristeza, no obstante. Porque me convence la visión de Spielberg respecto a esta historia, y me convence su elección: el corazón frente a la fría reflexión. El "¿Por qué no?" frente al "¿Por qué?".
El Tercer Reich, la Solución Final, los millones de hombres, mujeres y niños asesinados y borrados para siempre son quizá el testimonio de lo más aberrante y bajuno que el ser humano puede ser capaz, si se pone a ello. Spielberg nos pregunta, "¿por qué no puede ser que en ese mismo momento, en lo más bajo del todo, no surjan personas, otros hombres que den fe al mismo ser humano, que demuestren que no todo está perdido, que puede encontrarse una gota de bien en medio de todo un mar de maldad?. ¿Por qué no?".
Como antes decía, cualquier otro cineasta hubiera optado por otro camino. Spielberg, más que por teorías, pensamientos o reflexiones, opta y siempre ha optado (su filmografía lo demuestra) por el corazón, la emoción pura, la conexión emocional entre las personas. Es una opción legítima, debido también a su carga personal en esta película, y por ello, usa a Oskar Schindler para lanzarnos su mensaje: en medio de la muerte y del horror, pueden existir y existen personas como él, que ven, escuchan y deciden en favor del ser humano, no en contra. Incluso cuando se es un empresario interesado en el dinero y en su posición social, tal y como le vemos en la interpretación memorable de Liam Neeson. En esto se resume toda la película: en el optimismo innato de Spielberg para con el ser humano, un optimismo que está por encima incluso de su judaísmo o del mismo dinero.
El llanto final sobra simplemente porque no es real, no en un hombre pragmático y sobrio como es Schindler, como también sobra el añadido final en color con el homenaje al verdadero Schindler. Y están por una simple razón: Spielberg quería llevarse ese Oscar a toda costa, y se propasó en su objetivo, porque quitando esas dos escenas se lo habría llevado igualmente. Entonces, ¿por qué el 10 que le pongo?. No estoy seguro, quizá porque en el fondo me gustaría tener el optimismo de Spielberg, ese optimismo subrayado por el violín y el piano de John Williams, optimismo teñido de tristeza, no obstante. Porque me convence la visión de Spielberg respecto a esta historia, y me convence su elección: el corazón frente a la fría reflexión. El "¿Por qué no?" frente al "¿Por qué?".