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Voto de Migue Muñoz:
5
Drama Durante las vacaciones de primavera, los estudiantes de élite de Nueva York tienen tiempo libre y mucho dinero que gastar. White Mike (Chace Crawford) ha dejado los estudios para trabajar como camello de marihuana de los privilegiados. Todavía muy afectado por la reciente muerte de su madre, se siente incapaz de transmitirle sus sentimientos a su amiga Molly (Emma Roberts). Su vida se complica más cuando su primo Charlie es asesinado, y ... [+]
14 de enero de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ambientada en el Upper East Side de Manhattan, 'Twelve' recrea las noches y los días de un grupo de adolescentes de clase alta que no saben jugar más que a preparar la fiesta más gorda en el loft de papá y a ponerse tibios con la última sensación en drogas de diseño.

Joel Schumacher parece advertir el esbozo de contemplación desde la formalidad sincopada del videoclip y las texturas saturadas que viran a través de la luz de la gran ciudad por territorios donde su guía, Mike White (Chace Crawford: Nate Archibald en la serie 'Gossip Girl') dirige al espectador por sus rutas diarias para trapichear con Twelve, la última sensación en narcóticos sintéticos. Occidente y el capitalismo creando falsas morales y éticas tan espeluznantes como las de una juventud que en cuanto a lo material lo tiene absolutamente todo pero que está desencantada y anda en rumbo zombie por el filo de saturar sus fluidos vitales en estado efervescente con puro veneno y vida frívola carente de motivación profunda. No hay sacrificio ni oficio.

'Twelve' es como la revisitación particular de Schumacher al centro neurálgico de las primeras novelas de Bret Easton Ellis. Puede asemejarse en su grisácea languidez a 'Golpe al sueño americano' (Marek Kanievska, 1987), y la voz en off original de Kiefer Sutherland tiñe todo el relato de una omnipresencia de meganarrador que lo dota de un carácter entre nostálgico y autocomplaciente. Tal y como dijo Josep Pla en 'El cuaderno grís', la adolescencia es ese periodo amargo de la vida con continuos sueños e ilusiones imposibles de cumplir por no tener dependencia y recursos suficientes para ello. En 'Twelve' se nos muestra que esos recursos insuficientes para poder cumplir ilusiones etéreas no son materiales, se debe producir fe, esperanza y fortaleza para alcanzarlas.

Al final surge una fábula moral, con castigo severo para las almas que vagan por ese relato, lo que provoca que si el espectador tenía la esperanza de que en su globalidad, 'Twelve', pudiera tener alguna similitud con el cine visceral y diáfano de Larry Clark, todo se quede en un esteticismo con moraleja conservadora final. Si bien la película tiene una agilidad rítmica en su narración que se hace bastante vistosa y atractiva para atisbar un modo de vida concreto en el primer mundo, termina por devolvernos una mirada demasiado autocomplaciente en cuanto a esteticismo vacuo y moraleja facilona: es fascinante observar la vida de estos ricachones en plena adolescencia pero se esperaba algo más de dicho fresco. Algo que la mirada del espectador no estuviera harto de contemplar.
Migue Muñoz
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