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Voto de Revista Contraste:
6
Drama Francia, 1942. Gilles es arrestado por soldados de las SS junto con otros judíos y enviado a un campo de concentración en Alemania. Allí consigue evitar la ejecución al jurar a los guardias que no es judío, sino persa. Gracias a esta artimaña, Gilles consigue mantenerse con vida, pero tendrá que enseñar un idioma que no conoce a uno de los oficiales del campo, interesado en aprenderlo. Al tiempo que la relación entre ellos aumenta, las ... [+]
22 de enero de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El holocausto ha inspirado, a lo largo de los años, múltiples adaptaciones de diversas historias a la gran pantalla. En concreto, en 2020 llegaron a salas cintas –algunas conmovedoras– como Vida oculta, El año que dejamos de jugar, Jojo Rabbit, Las hijas del Reich o Sin olvido, todas ellas sustentadas en el mismo periodo histórico. Esto dificulta que una crónica más sobre el nazismo pueda destacar entre sus numerosas semejantes.

Es por ello que el film de Vadim Perelman, a pesar de narrar un suceso extraordinario (basado en hechos reales), acaba siendo un drama correcto sobre un campo de concentración. La ambientación es sobradamente conocida por el espectador y la narrativa es convencional. Aún así, el director mezcla partes cómicas –no de manera descarada como en otros largometrajes– con el conflicto de fondo, logrando crear un producto fácil de disfrutar.

La película presenta un relato bien estructurado y detallado sobre un hombre que, para salvar su vida, tiene que fingir su nacionalidad y crear una lengua desde cero. La cámara sigue de cerca su relación con el oficial encargado y, por eso, las subtramas quedan un tanto descuidadas. Sin embargo, no es lo más importante, pues lo que atrapa a la audiencia es la tensión por saber si el plan funcionará y la magnífica actuación del dúo principal.

Aunque pueda parecer inverosímil la prodigiosa memoria del protagonista para retener miles de palabras inventadas, el brillante trabajo de Nahuel Pérez Biscayart es clave para convencer al público. La representación del actor argentino es fascinante, así como su asombrosa habilidad para saltar de un idioma a otro (entre inglés, francés y alemán) como si alguno de los tres –o los tres– fuera el suyo nativo. Su capacidad discursiva y su dominio del vocabulario permite que no se ponga en duda la destreza del personaje al que interpreta.

La propuesta reflexiona alrededor del lenguaje y del lado humano de los afiliados al partido de Hitler, pero no es lo suficientemente excepcional como para despuntar entre tanta oferta. De todas maneras, El profesor de persa es un título bonito para pensar y deleitarse con el elenco.

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