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Voto de Revista Contraste:
4
Terror. Thriller La noche de Halloween en la que Michael Myers regresa no ha acabado todavía. Minutos después de que Laurie Strode, su hija Karen y su nieta Allyson dejen encerrado y ardiendo a este monstruo enmascarado, Laurie se dirige rápidamente al hospital para tratar sus heridas, creyendo que todo ha terminado. Pero cuando Michael consigue liberarse, su ritual sangriento continúa. Mientras Laurie lidia con su dolor y se prepara para defenderse, ... [+]
22 de octubre de 2021
23 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basado en los personajes creados por John Carpenter y Debra Hill, llega la décima propuesta ambientada en un pequeño pueblo de Illinois, Haddonfield.

David Gordon Green, que ya condujo el título de 2018, sigue pilotando la dirección y guion de una nueva noche de Halloween repleta de cuchillos, sangre y violencia gratuita.

Su apuesta no abandona ninguno de los presupuestos estéticos ni morales de la franquicia. La sombra de Carpenter, que sigue siendo productor y compositor de la banda sonora, sobrevuela todo el metraje haciendo del film un slasher en toda regla: un psicópata de fuerza sobrehumana despedaza a todo el que se le pone por delante.

En este sentido, esta entrega opta por explicitar aún más cada girón de piel u ojo (hacia los que la cámara de Gordon parece tener especial cariño) que se arranca o atraviesa.

También es cierto que todas estas vidas de Michael Myers (hay una más en fase de posproducción) han perdurado a lo largo de las décadas casi como una espuria metáfora sobre el mal. Las frases explicativas de los propios personajes (artificiales, pero también habituales en este tipo de películas) junto al sinsentido de tener circulando a un psicópata despersonalizado y sin psicología narrativa apoyan la teoría de Myers como proyección de la maldad y el miedo colectivos, a modo de inconsciente social. Es cierto que ni John Carpenter ni sus discípulos pretenden hacer filosofía, aunque sus píldoras psicosociales adornan estas producciones repletas de brutalidad y excesos descarnados.

Para los más nostálgicos, Halloween kills regala unos flashbacks de los dos primeros largometrajes para alimentar aún más ese replegamiento hacia el pasado que lleva a cabo la trama. Ahí brilla especialmente la música, entonces (en 1978) en su naciente dimensión electrónica, que otorga una mayor vibración a las escenas.

En definitiva, estamos a un relato que convoca, curiosamente, tanto la sordidez y el absurdo como la melancolía cinematográfica y que, sin embargo, permite rellenar los cines en las semanas de Halloween.

www.contraste.info
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