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Voto de Ratofante:
9
6.8
1,395
Serie de TV. Drama
Miniserie de TV (2020). 6 episodios. Copenhague, agosto de 2017. La policía recibe la denuncia de desaparición de una periodista sueca llamada Kim Wall. Lo último que se sabe de ella es que subió a bordo de un submarino casero con la intención de entrevistar a su constructor y propietario. Pocas horas después, encuentran el submarino hundido y consiguen rescatar a su capitán, a quien interrogan sobre los hechos. Pero no hay rastro de la ... [+]
8 de diciembre de 2020
31 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
La belleza acecha en todas partes, incluso en la fatalidad. Es la única explicación de que esta serie sea tan conmovedora. SI existen compañeros del foro que desconozcan qué se trata aquí, les recomiendo que se sumerjan en estos seis episodios antes de cualquier indagación previa. Ello les deparará inquietud primero, y enorme emoción después.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Sostiene Borges que no basta ser valiente para aprender el arte del olvido. Transformar esa incapacidad en una ofrenda es la difícil tarea que se han propuesto Joachim e Ingrid Wall, para elaborar el duelo por su hija.
La serie, como muchas danesas, explora un asunto policial con gran sentido del tiempo dramático y un elenco sueco/danés memorable; Soren, Pilou, Rolf, Pernilla, todos amigos de la casa.
Pero el punto donde este trabajo se vuelve memorable como pocos, es en el audaz escamoteo de lo que otras series muestran sin temor a lo atroz. Este escamoteo profundiza la atrocidad del crimen, lejos de suavizarlo. Durante los seis episodios jamás veremos el cuerpo de la víctima, jamás veremos al asesino, jamás al defensor, ni al juez, ni al jurado. La historia está admirablemente contada por el cuerpo policial, el fiscal, los padres de la víctima, el fenomenal equipo de buceo, y unos fabulosos perros amigos.
Cuanto más indirecta se vuelve la narración, más eficaz resulta. La potencia del caso hace que todos terminen obsesionándose con resolverlo, y esta obsesión es un legado de vida, no de muerte, que nos deja la víctima.
Si como me sucedió, uno puede adentrarse en esta serie sin conocer que se trata de un hecho real, este escamoteo puede incluso hacernos desear en los primeros capítulos que Kim Wall aparezca vivita y coleando. Porque el relato comienza con una desaparición y un sospechoso en rol de víctima. No tenemos cuerpo, no tenemos escena del crimen, no sabemos qué se debe investigar.
Lentamente comprenderemos que la fatalidad se apodera de nosotros, que es imposible creer que se esfumará, que todo instinto vital es ya una ilusión, que deberemos lidiar con el dolor. Cuando Ingrid Wall le agradece al inspector Moller lo que ha hecho por ellos, Moller solo responde: “Ojalá nunca me hubieran conocido”
Es una metáfora admirable cuando la tragedia excede los límites del drama. Siguiendo su razonamiento, y aún habiendo disfrutado de este trabajo extraordinario, digo: ojalá no hubiese sido necesario rodarlo.
La serie, como muchas danesas, explora un asunto policial con gran sentido del tiempo dramático y un elenco sueco/danés memorable; Soren, Pilou, Rolf, Pernilla, todos amigos de la casa.
Pero el punto donde este trabajo se vuelve memorable como pocos, es en el audaz escamoteo de lo que otras series muestran sin temor a lo atroz. Este escamoteo profundiza la atrocidad del crimen, lejos de suavizarlo. Durante los seis episodios jamás veremos el cuerpo de la víctima, jamás veremos al asesino, jamás al defensor, ni al juez, ni al jurado. La historia está admirablemente contada por el cuerpo policial, el fiscal, los padres de la víctima, el fenomenal equipo de buceo, y unos fabulosos perros amigos.
Cuanto más indirecta se vuelve la narración, más eficaz resulta. La potencia del caso hace que todos terminen obsesionándose con resolverlo, y esta obsesión es un legado de vida, no de muerte, que nos deja la víctima.
Si como me sucedió, uno puede adentrarse en esta serie sin conocer que se trata de un hecho real, este escamoteo puede incluso hacernos desear en los primeros capítulos que Kim Wall aparezca vivita y coleando. Porque el relato comienza con una desaparición y un sospechoso en rol de víctima. No tenemos cuerpo, no tenemos escena del crimen, no sabemos qué se debe investigar.
Lentamente comprenderemos que la fatalidad se apodera de nosotros, que es imposible creer que se esfumará, que todo instinto vital es ya una ilusión, que deberemos lidiar con el dolor. Cuando Ingrid Wall le agradece al inspector Moller lo que ha hecho por ellos, Moller solo responde: “Ojalá nunca me hubieran conocido”
Es una metáfora admirable cuando la tragedia excede los límites del drama. Siguiendo su razonamiento, y aún habiendo disfrutado de este trabajo extraordinario, digo: ojalá no hubiese sido necesario rodarlo.