¿Alguna vez viendo los créditos inciales de una película supiste que te encantaría?
¿Que era especial?
¿Que se iría contigo al acabar?
Eso me sudeció a mí esta tarde.
No había querido ver el trailer, deseaba una sorpresa completa, con su cartel y pocos datos más me bastaba.
El sueño de Tarsem se ha hecho realidad: tras cuatro años y 28 países diferentes, sin ningún efecto especial, nos llega el cuento más hermoso desde Big Fish. Dejen la racionalidad y la estructura narrativa al uso en la puerta del cine, cuando terminen las dos horas podrán recogerla.
Lo que vemos no es una película como otra cualquiera, es fantasía pura, imaginación, fábula, sueños de niños. Y creo que eso es lo que pretendía Tarsem, plasmar lo onírico en su esencia, y creo que esto es lo más cercano a un sueño en su totalidad que ha visto un servidor. Escenarios que cambian en un abrir y cerrar de ojos y quebraciones de las leyes de la física y la realidad como algo tangible.
Roy, el protagonista, que se ofrece a contar una historia a la encantadora niña de cinco años Alexandria, a cambio de que ésta le consiga Morfina para poder dormir. Estos cuentos revelan los sentimientos, pensamientos y emociones de un traicionado y rendido Roy, al cual su novia le deja por el actor principal de la película. La niña, ajena a que Roy se aprovecha de ella, acudirá cada día a su cita para empaparse de la magia que reside en sus relatos. Pájaros que surgen de las entrañas, naranjas con dientes, bucaneros en busca de venganza, desilusiones y esperanzas viajando a través de las alas de una mariposa.
Una Americana Exótica.