No es una obra maestra, sino más bien una rareza, pero una rareza estimable. "Tusk" comienza de una forma muy clásica: un joven podcaster (hace pocos años habría sido un periodista, o un escritor) acude a una casa solitaria habitada por un misterioso caballero cuyas malas intenciones se intuyen muy pronto por todos, salvo por el ingenuo protagonista. El esquema, en principio, parece muy trillado. La gracia de la película es el punto surrealista que tiene la historia. Y es que la idea central sobre la que gira el argumento roza lo estrambótico, entre el gore más batallero y el drama psicológico más profundo. Sin embargo, Kevin Smith consigue que el conjunto funcione como una película de suspense o de terror, sin caer en el disparate. El personaje del excéntrico detective supone un ingrediente añadido que enriquece la obra. Además, el guión de toda esta locura está muy bien pensado, y permite conectar con otros géneros como la comedia o el thriller. El desenlace, sin ser especialmente original, tiene su gracia, y pone la guinda romántica a un film gamberro y macabro, pero marcado por un espíritu kafkiano evidente. No agradará a todo el mundo, pero debe alabarse la maestría de un director y guionista que ha sabido sostener la película a pesar de lo absurdo de su propuesta, haciendo una obra coherente y entretenida..