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España España · Barcelona
Voto de rober:
7
Drama Con las crecidas de primavera, el río Enguri se precipita sobre las tierras bajas de Kolkheti y, antes de lanzar rocas y limo al mar, las acumula aquí y allá en medio del río. En pocos días, incluso de la noche a la mañana, de estos escollos nacen grandes islas, cuyo suelo es rico y fértil. Un anciano de Abjasia y su joven nieta deciden plantar maíz en una de esas islas. Pero los soldados georgianos andan cerca. (FILMAFFINITY)
30 de julio de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por su gran simbolismo, el planteamiento de la película engancha a cualquiera. En medio de un río, que a su vez sirve de frontera y campo de batalla en una guerra tan absurda como cualquier otra, un humilde campesino se instala en una isla de aluvión para obtener su propia cosecha de maíz. Entre los tiros, el pobre viejo busca sus medios de vida en una estrategia vital que supone adaptarse a la naturaleza, y desafiarla al mismo tiempo. Si a semejante argumento se añade la sobriedad de la película, con un alejamiento del punto de vista que evita cualquier empatía con el protagonista, uno podría pensar que está viendo un documental de la 2. Sin embargo, Ovashvili sale airoso, y poco a poco va dotando al relato de una creciente tensión. La fría relación entre el anciano y su nieta, y las esporádicas alusiones a una casa o una existencia anterior, invitan a pensar que se trata de seres que acaban de perderlo todo. En cualquier caso, las subtramas que se apuntan sobre las relaciones entre los personajes, o sobre el desarrollo de la guerra, quedan desbordadas por un poderosísimo final que dota de sentido a toda la película. Ovashvili plantea una reflexión sobre la irrelevancia de la especie humana ante la fuerza de la naturaleza, el respeto por una forma de vida que se adapta al entorno en lugar de destruirlo, y la evidencia de unos ciclos vitales y universales que a fin de cuentas lo gobiernan todo, lo disuelven todo. Y siempre con un estilo basado en la economía de medios, demostrando que la sencillez y la sensibilidad son términos compatibles, y no antagónicos. Imposible que no venga a la cabeza “Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera”, de Kim Ki-duk.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rober
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