Una película fresca que supone una revisión de la Irlanda bucólica de John Ford, trasladándola a un siglo XXI lleno de colores vivos y de mezcolanza cultural. Brendan Gleeson aporta el tono perfecto de rudeza y humor que requiere la historia, para crear un personaje digno heredero de “El Nota” de “El Gran Lebowski”. El mérito de “El irlandés” es precisamente ése, el partir de un argumento sustentado en un mundo cerrado y tradicional, con un ADN propio y fácilmente reconocible, para contraponerlo a un mundo en constante movimiento, y hacer que la historia cuaje de una manera verosímil. Por eso la película engancha con su planteamiento inicial y entusiasma en su desenlace, que puede suponer a ojos del espectador la redención del personaje principal. El proceso de acercamiento y alejamiento entre los protagonistas nos evoca las novelas y películas sobre parejas de detectives, pero McDonagh va mucho más allá. La relación entre el policía irlandés (putero, corrupto y racista) y el agente del FBI (honesto, íntegro y… negro), es en principio asimétrica y desacompasada, pero evoluciona de manera coherente a lo largo del metraje, hasta llegar a un final de sublimación y catarsis. Por el camino, eso sí, la intriga puramente policíaca es lo menos interesante. En cualquier caso, “El irlandés” es una estimable ópera prima y una plausible apuesta por un cine desenfadado a la vez que comprometido. Esta película puede constituir un pequeño hallazgo, digno avance de la superior “Calvary” (en mi opinión), y en cualquier caso nos lleva a estar expectantes ante obras posteriores del director.