Película muy original, llena de símbolos, donde todo tiene muchas aristas y lecturas. El planteamiento argumental ya se las trae, y sólo por eso merece la pena ser vista. El film trata multitud de temas muy actuales, hasta el punto de ser una muy aguda reflexión sobre la sociedad del primer mundo y sobre los valores en que se basa: la propiedad, la familia, el amor, la soledad, los problemas de comunicación, la corrupción policial, la ambición, el maltrato...

Pero, sobre todo, a mi entender la película trata de lo que somos y de lo que queremos ser; de lo que tenemos y de aquello a lo que aspiramos; de la combinación siempre imposible entre realidad y sueño. Y todo con un tratamiento visual espléndido. Con ello me quedo. En su contra, las ganas de romper esquemas hacen que la trama derive en muchos momentos hacia situaciones tan deliberadamente inverosímiles que terminan por apartar al espectador de lo que ocurre en la pantalla. Al menos, es lo que a mí me ha ocurrido. Quizá por las ganas de sembrar dudas entre si lo que vemos es real o impaginario, hay demasiadas situaciones en las que el comportamiento de los personajes (de todos los personajes) es tan ingenuo o tan incoherente que la película deriva hacia el absurdo.

Eso sí, en los minutos finales uno vuelve a engancharse, porque es aquí donde la película tiene toda su fuerza...