Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de rober:
6
Comedia Como miles de neoyorkinos, Richard Sherman (Tom Ewell) se ha quedado trabajando en agosto mientras su mujer e hijos disfrutan de unas gratas vacaciones en la playa. Siguiendo las recomendaciones de su esposa, está dispuesto a dejar de fumar, de beber, a acostarse pronto y sobre todo a no echar una cana al aire. Pero la tentación aparece cuando conoce a una despampanante vecina (Marilyn Monroe), tan sexy como ingenua. (FILMAFFINITY)
8 de septiembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es una obra mayor de Wilder porque parte de unas premisas argumentales que suenan hoy anticuadas (quizá los roles masculinos no hayan cambiado mucho, pero los femeninos sí), y porque el humor es más obvio y con menos ironía que en otras películas del director. No obstante, si uno la ve liberado de prejuicios, “La tentación vive arriba” aún es hoy una comedia amena y entretenida. La historia se centra en dos personajes principales, aunque el punto de vista de la narración se ponga únicamente en uno de ellos. Tom Ewell y Marilyn Monroe están lejos de ser mis actores favoritos, pero su relación en la pantalla funciona bien. En especial, la mezcla de explosividad-ingenuidad-candor tan característica de la Monroe tiene aquí un peso específico propio en la narración.

Destaco sobre todo un guión endiablado que deja poca tregua al espectador. Los diálogos, sin ser brillantes, son muy divertidos. Hay muchos gags que han pasado a la Historia a partir del mero relato de los personajes, sin ser presenciados por el espectador (ropa interior en la nevera, dedo del pie atascado en la bañera llena de agua…), con lo que son más literarios que cinematográficos. Otros aparecen como meros sueños o imaginaciones del protagonista, y sin duda no son tan destacables. La célebre escena de las piernas de Marilyn en la salida de aire del metro constituye una idea muy audaz para la época. Hay una clara intención de dar un toque de locura a la narración, y a ello contribuyen unos secundarios que enriquecen una ya de por si colorista película. En fin, una película que en otras manos habría dado pie a un perfecto disparate, es una película meritoria gracias al buen oficio de quienes intervinieron en ella. Wilder utiliza la parodia para criticar a la sociedad burguesa americana de los años 50 (con agudas referencias cinéfilas, literarias, musicales y hasta freudianas). El paso del tiempo ha hecho que ese tono burlón sea si cabe más evidente. Creo que es por eso por lo que, a pesar del anacronismo de su argumento, la película aún funciona.
rober
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow