Hannes Lang es un realizador de documentales con cierta experiencia y desde luego éste es el más logrado. Peak nos muestra dos visiones de los Alpes, la tradicional, prístina e impoluta y la intervenida por el hombre. Algo que sorprende es el distanciamiento del director, el no posicionamiento en un tema tan espinoso, Lang muestra, expone, visibiliza, pero no entra en la crítica, no hace valoraciones; es por tanto el espectador, cada espectador, quien extrae sus propias conclusiones, quien decide lo que está bien y lo que no.
Los pueblos de alta montaña (en los Alpes) están muriendo, sólo viven octogenarios y las obras faraónicas de las estaciones de esquí pueden destrozar, de hecho destrozan, el medio natural, transforman el paisaje y las condiciones de vida de sus habitantes.
Técnicamente el documental está muy bien hecho, tiene una gran fuerza expresiva y en ocasiones resulta un tanto inquietante, si no siniestro: Planos largos, estáticos, escasos travellings (personas de espaldas), impecable fotografía y buen montaje. Peak va dirigido a todos aquellos interesados en el tema y a aquellos que se sorprenden de los enormes cambos antropológicos y de la naturaleza.
En dos situaciones bien diferentes una cámara persigue a dos seres humanos: El primero lleva un saco de patatas a la espalda transitando por calles estrechas sin asfaltar por un pueblo que se ha mantenido igual durante 200 ó 300 años, rodeado de una naturaleza imponente; el segundo pasea por el desierto alpino o marciano hacia una ciudad que asemeja al lejano Oeste o la fiebre del oro en Alaska a finales del siglo XIX.
Las máquinas, los complejos urbanísticos, la tecnología y el supuesto dominio del hombre hacia la naturaleza no son sino vana arrogancia y autoengaño. Yo ya me he decidido por una de las dos opciones.