Los dos primero capítulos de la serie prometen y hay que reconocer que visualmente mantienen la excelencia de los films de Peter Jackson, pero sin embargo, al igual que ocurre con las historias de Star Wars y Marvel elaboradas para la televisión, los argumentos se ven infantilizados, como buscando un público más amplio que acaban devaluando el resultado final. Bayona no tiene la fuerza argumental de Jackson ni su ritmo cinematográfico, es un buen artesano, como Ron Howard, pero no hace suya la historia ni le imprime el espíritu necesario. A ello también ayuda que los actores no estén al nivel de las películas, con excepciones como las de Durin (Owain Arthur) o la peluso "Nori" (Markella Kavenagh), siendo la peor elección la de Robert Aramayo (Elrond). Tampoco le sienta bien a una narración como la del Señor de los Anillos, pretender modernizarla, adaptando la historia a nuestros tiempos, cuando la magia que ha maravillado a generaciones es precisamente el que sea un mundo imaginario muy distinto al nuestro, ancestral. Esperemos que la historia vaya mejorando, pues tiene toda la argamasa para que sea una gran obra fílmica.