Entendamos Salvajes como a una peli de contrastes. Contrastes poco felices. La última palabra siempre la tendrá O. Stone, pero si tanta mención se hace al respecto del cine noir...pues estamos complicados. Porque de noir solo posee su temática, su periferia, algo así como "de esto estamos hablando". El problema radica en la estética elegida, mucho más cercana a las versiones playeras multicolor de División Miami, pero en HD.

El noir es un género que toma, conceptualmente, la oscuridad de la mente humana dentro de un contexto determinado. Luego es esa misma oscuridad la que puebla subjetivamente el relato. La mentalidad del mal viviente cobra forma allá afuera: el protagonista es como es por como piensa y porque su contexto, en cierta manera, lo predetermina. Ese paisaje turbio se plasma en entornos grises y opacos, bajos fondos varios y demases. La estética nunca es caprichosa.

En Salvajes todo está desarrollado para hacer del suburbio un motivo más para el espectáculo. Nunca faltan los ventanales con sus rayos de luz respectivos colándose entre las cortinas (si las hay). Cada cual viste con colores chillones y el último grito de la moda se traslada a los diálogos. De la pomposidad, a veces lograda, de la voz en off inicial a la inmediatez de una trama que va a los golpes sin demasiada reflexión innecesaria. Salvajes no es noir, ni pretende serlo: es un thriller de panorama fashion construido con un trazo sutilmente grueso.

Una vez que sabemos lo que comemos, pues solo resta intentar retener lo visto. Imposible. Es una peli a la moda, cara y de sabor inmediato. Ese atisbo de profundidad inicial corre la misma suerte que la voz en off que la emite. La pobre rubia es una rehén oculta en un cuarto oscuro; quizás lo más noir de Salvajes.