Totalmente confundido, decepcionado y un tanto furioso, me preparé un sandwich de pavo para tomar un aperitivo mientras discurría una crítica para esta película. Y no encontraba la forma objetiva de describir lo que acababa de presenciar. Y cuando estaba a punto de terminar me vino a la mente una desagradable idea que bien podría servir de analogía para resumir mi sensación tras dos horas y media de montaña rusa fílmica.
Imaginaos que estáis disfrutando de un sabroso sandwich de pavo, o de cualquier otra cosa que haga vuestras delicias. Saboreáis cada bocado, disfrutáis de los matices culinarios que ofrece la variada mezcla de ingredientes que descansan entre varias rebanadas de tierno pan, cada bocado os evoca sensaciones agradables y que poco a poco sois conscientes que se va a terminar, dejándoos una sensación de haber disfrutado de uno de los mayores placeres que alguien puede sentir. Os gustaría compartirlo con todas las personas que os importan: -"Mirad, disfrutad de lo que yo he disfrutado. Saboreadlo , sentid lo que yo he sentido". Y cuando somos conscientes de que sostenemos en la mano el pequeño trozo que será el último bocado de tan delicioso manjar y abrimos los ojos que manteníamos cerrados mientras imaginábamos lo mucho que que nos gustaría repetir, e incluso invitar a alguien a disfrutar con nosotros, vemos con asombro, repugnancia e impotencia, que media cucaracha, partida por la marca de unos dientes que no pueden ser otros que los nuestros, descansa en el interior de nuestro hasta ahora deseado manjar.