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España España · barcelona
Voto de avanti:
7
Comedia Nino y Bruno son dos famosos humoristas de los años setenta que, a lo largo de los años, han ido forjando un odio mutuo que, en parte, ha sido la base sobre la que han cimentado su éxito. Una gala de Nochevieja en televisión, que supondrá el final para el dúo, es el momento a partir del cual la historia se remonta a sus orígenes. (FILMAFFINITY)
28 de octubre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muertos de risa es una película guionizada y dirigida por Álex de la Iglesia en 1999 siendo coguionista Jorge Guerricaechevarría, música de Roque Baños y fotografía de Flavio Martínez Labiano. Las parejas cinematográficas siempre, o casi, han dado buen resultado, sobre todo si los protagonistas son Bruno (El Gran Wyoming) y Nino (Santiago Segura) dos artistas de la escena con recursos interpretativos más que asentados en la comedia.

El caso es que Álex de la Iglesia se ha divertido una vez más haciendo lo que más le gusta: rodar, fundirse en el proceso, integrarse en las escenas rozando la caracterización del personaje que estando gozando de todo aparece como el responsable de la fiesta que ha supuesto el rodaje de esta más que entretenida y desinhibida película en la que no puede faltar la parte lumpen de los personajes intermedios: marginados, fracasados líderes, envidiosos del destino ajeno, sumisos pelotilleros, feos sin remedio y guapos sin remisión, un montón de gente donde no falta la referencia maternal y el pasado justificado como germen de lo que se termina siendo en la edad adulta donde los antagonismos están condenados a entenderse si quieren triunfar en el mundo del espectáculo.

El bueno y el malo, el guapo y el feo, el listo y el tonto, el que da y el que recibe; en este último grupo encasillamos a nuestros dos héroes de lo absurdo exagerado al infinito: la poco agraciada imagen de Nino, crooner a la española con cierta carencia interpretativa paseada por la geografía profunda mostrando sus cualidades artísticas perfilándose así en el tragicómico personaje que se las ha de ver sobre el escenario con Bruno el guapo fullero, un buscavidas y buen tipo (en lo físico) aprovechado oportunista en todas las ocasiones que se le presenta para sobrevivir en un mundo donde lo que importa es agenciarse con lo necesario para seguir adelante pese a quien le pese menos a Julian (Álex Angulo) cazatalentos que siempre está atento a lo que le rodea para descubrir algo nuevo, diferente, espectacular, atrayente: Bruno y Nino… ¿o deberíamos decir Nino y Bruno?

Álex de la Iglesia recurre al pasado para dar cabida al magnífico final en el que la respuesta a las grandes diferencias creadas a lo largo de sus triunfales éxitos sobre la escena obtengan la respuesta adecuada para los dos exitosos artistas que desde el afecto mutuo alcanzaron el odio más profundo por medio de la venganza como recurso inmediato de Nino frente al falso compungido de Bruno, un aprovechado que siempre está buscando revancha cuando no encuentra otro modo de deshacerse de los entuertos; pero a pesar de todo, como si de un final de cuento de hadas se tratase, la respuesta a la falta de entendimiento al irremediable exceso de odio acumulado entre ambos, el realizador lo suaviza en la escena final mediante un gesto que confirma la realidad aceptada de los exitosos cómicos.

Al resultado de esta singularísima película contribuyó el habitual elenco de grandes secundarios inseparables en el cine de Alex de la Iglesia como Eduardo Gómez (Tino) o el grandísimo Manuel Tallafé (Mago Silver) además de primeras figuras como Sancho Gracia, Jesús Bonilla, Ramón Barea y algunos cameos perfectamente integrados en la trama. Dejando atrás las controversias que hayan podio generar Muertos de risa, la película se convirtió desde su estreno en un referente del humor negro hispánico. Guste o no guste, despierte admiración o rechazo Muertos de risa ya forma parte indisoluble de la comedia en general y la filmografía genuinamente liberadora en el cine de Alex de la Iglesia.
avanti
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