En 1996 una película como Tesis revolucionó el cine español, la industria patria estaba anquilosada en las comedias zafias y algunas producciones de caracter histórico. El Thriller, la intriga o incluso el terror eran terreno vedado para la cinematografía española, hasta que un joven descarado y con ideas frescas ideó Tesis y modernizó el cine español de la noche a la mañana y el nombre de Alejandro Amenabar se sumó de golpe al de Julio Medem y Pedro Almodovar, las dos únicas referencias serias del cine español en esa época.
Todo esto lo logró un joven con mucho desparpajo, valentía y un guión que podría haber firmado el mismo Hitchcock, con sus fallos, pero que el maestro del suspense también tenía. Tesis engancha, maneja al espectador, lo confunde, le da pistas falsas, lo angustia, lo lleva por senderos desconocidos e intrigantes como el de las películas snuff (en la España de 1996 casi nadie había oído hablar de esto), lo introduce en un laberinto tanto argumental como escenográfico, lo domina y lo entretiene con un gran criterio y con un control del tempo de la cinta soberbio.
A Amenabar se le nota desde su primer trabajo, que es un enamorado del cine, hay varios homenajes en la cinta incluyendo los carteles en las paredes de Vidas Cruzadas (Robert Altman) y Mi Idaho privado (Gus Van Sant) y en la película demuestra tener el olfato de los grandes para dejar perplejo al espectador, para llenar la pantalla de detalles que descubrir y para contar una historia cargada de intriga.
Lo malo de la película, lo que la aleja de ser una obra maestra es la interpretación de los actores, ni Ana Torrent (Ángela) ni Eduardo Noriega (Bosco) saben abordar sus papeles con entereza, están bastante mal, Fele Martínez se queda en un simple aceptable y el resto de personajes secundarios tampoco está a la altura. Choca mucho en la cinta la caracterización de Ángela, la que la película vende como casi una sex symbol que atrae a los protagonistas pero que en realidad no tiene esa tipología y la cinta no explota esa faceta de la protagonista.
Al margen del propio argumento de la cinta, resulta carismática también la manera de hablar del cine (cine dentro del cine) con críticas a la propia industria española, y varias referencias interesantes a las escuelas de cine, que aportan algo más.