Es entre paradójico y lamentable cómo una serie como ésta, con tanto presupuesto y tantísimo trabajo es de entrada una apuesta firme de Telecinco, habida cuenta de que es uno de los que produce y luego es ninguneada por la cadena en su emisión televisiva. O no supo cuidar ese aspecto o no hay cabida en la parrilla televisiva de las cadenas privadas para una serie de tan alta calidad. Lo cual sería, y es, lo dicho, lamentable. Telecinco se atreve a producirla pero luego prefiere "Salsa Rosa". Sintomático y triste.
Y es tan bueno y alto el nivel de esta producción que es visible en cada uno de los 13 episodios la sombra de la emoción. En sendos tiempos, pasado y presente, la historia nos lleva por lugares hermosos, dramáticos, humanos... Y aunque algunos pequeños pasajes pueden resultar forzados el nivel medio es, ya digo, muy alto. Una delicada y cuidada dirección con un gusto exquisito para la luz, la decoración, la composición y un portentoso trabajo de guión con perlas repartidas en los momentos justos que van a dónde se pretende, al lacrimal, a la rabia, a la risa.
Y notable es el reparto, lleno de actores consagrados, de jóvenes interpretes, conocidos y desconocidos, no hay apenas pegas tampoco en ese sentido.
"Vientos de agua" tiene hechuras de gran historia vital, cuenta con casi toda la vida del personaje central, Andrés-Jose Olalla para representar todo su periplo en su exilio argentino. Y tiene una materia prima tan de siempre y tan actual que es imposible no sintonizar con la propuesta. Y además no busca los finales felices y fáciles, hay muertes, accidentes, deportaciones... Es, en 14-15 horas un enorme monumento fílmico. No sé ustedes qué le piden a una serie, yo, en "Vientos de agua" he descubierto casi todo lo que le pido a las series y al cine en general. La mejor serie que he visto en mi vida.