Los tintes humorísticos que salpican la película no restan dramatismo al guión.
Dura como la vida misma, es una excelentísima critica a las desigualdades sociales y los problemas de clase.
Cargada de optimismo, retrata a un grupo de vecinos de diversos orígenes que mas allá de dejarse vencer por un cacique dueño del edificio en el que viven, que quiere desalojarlos, luchan no por preservar sus escasa pertenencias, sino algo mucho mas importante LA DIGNIDAD.