Película alemana que sigue la cacería en contra de un secuestrador y asesino de niñas, Hans Beckert (Peter Lorre) es el protagonista, un tipo demencial con un método bastante efectivo, un asesino serial que comienza a ser perseguido tanto por policías como por maleantes, los cuales ven sus actividades afectadas debido a las investigaciones alrededor de este personaje.

M es una obra donde el afamado vampiro o monstruo aparece en un plano más humano que nunca, especialmente sobre el final en esa especie de juicio instigador que se plantea en su contra. La construcción que realiza Lang a su alrededor es prácticamente la de un tipo normal, aunque se denota su desviación al hablar con una niña o alguna mirada maniática.

Precisamente es en dicho cierre donde los diálogos adquieren una fuerza aún más sobresaliente, donde la esencia de lo humano sale a flote, ni qué decir el asunto de tomar la justicia por las manos. ¿Qué resulta ser moralmente correcto en una situación de este índole?

No ahonda en el amarillismo de mostrar asesinatos, o vejaciones en contra de sus víctimas, ni siquiera describiendo sus hechos, todo es algo que se sabe y se intuye. Este thriller se aleja en todo momento de esta perspectiva que puede resultar tediosa y muy reiterativa, más aún si se observa esta obra 85 años después, donde esta onda de sangre y balazos es lo que más hay.

De esta forma la perspectiva presente en este largometraje da una visión diferente, las investigaciones, tanto legales como no, siguen su propio ritmo, un objetivo en común pero la forma de alcanzarlo es diferente. La intriga se logra mantener en la construcción de esta cacería, además, resulta agradable ver como incluso el realizador logra meter algunos gag cómicos que logran aflojar la menos un poco dicha tensión.

Una gran película.