Cuando me recomendaron este documental, leyendo su sinopsis, la verdad poco interés me despertaba, y es que una de las entrevistadas lo menciona, más o menos decía así: “¿a quién diablos le importa nuestra familia?”, yo también me lo pregunté, ¿qué me iba a interesar la familia de Polley?

Sin embargo, el relato que se cuenta en esta obra es sobresaliente, es la historia de la familia de la directora, enfocándose en su madre, pronto vamos redescubriendo secretos y situaciones en el seno de la familia, muy personales, ahí es donde el espectador se convierte en un auténtico voyerista.

La forma en que se va desarrollando el film es muy sencilla y sincera, da gusto sentarse a verlo, además me gustó que la directora indaga a los participantes sobre cómo sienten que se haga este documental, en cuanto a la fidelidad que tenga con la realidad como tal.

Es ese un punto muy interesante, si pensamos que está realizado en base a recuerdos de los protagonistas, con todo y lo sesgados que puedan estar sobre los temas que se tocan y más aún porque les concierne totalmente, pero bueno, es la única forma de realizar una obra de esta índole.

No se puede obviar la excelente labor en la dirección de Polley, que se apoya en entrevistas formales, su padre narrando la historia en un estudio, reconstruyendo algunas escenas de importancia y utilizando un sinfín de tomas de archivo personales de la familia, un gran montaje para un film que termina siendo incluso conmovedor y con reflexiones preciosas.