Fabulosa película.
Habrá a quien le haya parecido una absoluta maravilla y a quien le habrá hastiado y la tachará de modernez efectista. Yo me inclino por lo primero pero con reservas. Y es que a mi estas películas de creatividad tan desaforada me van bastante.
Gondry gira un poco más la tuerca que en Olvídate De Mi y factura su obra más personal e intransferible. De hecho ya no cuenta con Kauffman como guionista y él se lo guisa y él se lo come. Y se nota.
Onírica, absurda y delirante. Con un humor negro bastante afilado en ocasiones y repleta de emociones y disertaciones metafísicas (¿?). Pero bajo mi punto de vista esta vez se le va un poco la mano. La historia, desnuda de todo artificio, no es nada del otro mundo, una historia de amor que incluso puede resultar cansina. Y hay signos de pedantería bastante acusados. Pero Gondry lo compensa con imágenes y secuencias de una belleza absoluta y majestuosa. Como ya he dicho, a mí este cine me va bastante.
De lo mejor y más petulante que veremos este año.
Y con un final arrebatador.