Media votos
7.6
Votos
282
Críticas
62
Listas
3
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Laura:
7
8.1
137,670
Ciencia ficción. Acción
Noviembre de 2019. A principios del siglo XXI, la poderosa Tyrell Corporation creó, gracias a los avances de la ingeniería genética, un robot llamado Nexus 6, un ser virtualmente idéntico al hombre pero superior a él en fuerza y agilidad, al que se dio el nombre de Replicante. Estos robots trabajaban como esclavos en las colonias exteriores de la Tierra. Después de la sangrienta rebelión de un equipo de Nexus-6, los Replicantes fueron ... [+]
7 de febrero de 2018
Sé el primero en valorar esta crítica
Estamos en una época de spin offs y parece que Blade Runner no se ha quedado al margen de las modas. Por lo que estos días es obligado el visionado del clásico de Ridley Scott. Una película mítica y muy recordada entre los cinéfilos de toda condición.
Blade Runner (Ridely Scott, 1982) nos introduce en un futuro distópico en el que los humanos crean replicantes para posteriormente esclavizarlos a su antojo. Un futuro lleno de oscuridad, lluvia y un tremendo caos, por la rebelión y posterior huida de varios de los replicantes, que tendrán que ser encontrados por el policía Deckard (Harrison Ford), un hombre solitario y con problemas de alcoholismo.
Una trama, aparentemente, sencilla en la que un representante de la ley tiene que resolver el caso de unos proscritos, pero con un profundo calado filosófico.
Son muchos los mensajes transmitidos, siendo la crítica a la cultura del miedo uno de los más poderosos. Porque estos replicantes se crean dotándoles de solo cuatro años de vida, para que el miedo a su cercana muerte les impida llevar a cabo una respuesta descontrolada. Una cultura del miedo que está hoy más presente que nunca, en la vida cotidiana, y en las decisiones de políticos y otros poderosos (no hay más que escuchar al presidente de EE.UU con sus muros y sus decretos migratorios). De modo que se puede describir a Blade Runner como una cinta pionera, en tanto que da visibilidad a la opción de una emancipación por parte de los oprimidos, recordando a otras películas clásicas como Espartaco (Stanley Kubrick, 1960). Ambas (Espartaco y Blade Runner) dos películas referenciales que abordan el concepto de humanidad y, más concretamente, el intento de resolución a la cuestión: ¿Qué nos hace humanos? Una pregunta vertebradora que en Blade Runner se focaliza en los recuerdos (o la memoria) y en los actos.
Sin duda la memoria es un elemento principal para el ser humano. Somos lo que somos gracias a nuestros recuerdos, porque sin ellos nuestro tránsito por la vida quedaría estirpado, pero ¿es del todo imposible ser humano y no tener recuerdos? Esta es una cuestión que uno puede plantearse tras el visionado de Blade Runner y que interesantemente no es contestada durante el metraje. Un acierto, a mi modo de ver, ya que Scott en ningún momento intenta dar respuestas sino generar una conversación.
Y, como ya he mencionado, la otra parte que entra en juego para abordar la cuestión de qué nos hace humanos, se encuentra en las acciones individuales. Parte ésta en la que toman protagonismo los replicantes y en especial la figura de Rachel (Sean Young).
Más en planoamericano.wordpress.com
Blade Runner (Ridely Scott, 1982) nos introduce en un futuro distópico en el que los humanos crean replicantes para posteriormente esclavizarlos a su antojo. Un futuro lleno de oscuridad, lluvia y un tremendo caos, por la rebelión y posterior huida de varios de los replicantes, que tendrán que ser encontrados por el policía Deckard (Harrison Ford), un hombre solitario y con problemas de alcoholismo.
Una trama, aparentemente, sencilla en la que un representante de la ley tiene que resolver el caso de unos proscritos, pero con un profundo calado filosófico.
Son muchos los mensajes transmitidos, siendo la crítica a la cultura del miedo uno de los más poderosos. Porque estos replicantes se crean dotándoles de solo cuatro años de vida, para que el miedo a su cercana muerte les impida llevar a cabo una respuesta descontrolada. Una cultura del miedo que está hoy más presente que nunca, en la vida cotidiana, y en las decisiones de políticos y otros poderosos (no hay más que escuchar al presidente de EE.UU con sus muros y sus decretos migratorios). De modo que se puede describir a Blade Runner como una cinta pionera, en tanto que da visibilidad a la opción de una emancipación por parte de los oprimidos, recordando a otras películas clásicas como Espartaco (Stanley Kubrick, 1960). Ambas (Espartaco y Blade Runner) dos películas referenciales que abordan el concepto de humanidad y, más concretamente, el intento de resolución a la cuestión: ¿Qué nos hace humanos? Una pregunta vertebradora que en Blade Runner se focaliza en los recuerdos (o la memoria) y en los actos.
Sin duda la memoria es un elemento principal para el ser humano. Somos lo que somos gracias a nuestros recuerdos, porque sin ellos nuestro tránsito por la vida quedaría estirpado, pero ¿es del todo imposible ser humano y no tener recuerdos? Esta es una cuestión que uno puede plantearse tras el visionado de Blade Runner y que interesantemente no es contestada durante el metraje. Un acierto, a mi modo de ver, ya que Scott en ningún momento intenta dar respuestas sino generar una conversación.
Y, como ya he mencionado, la otra parte que entra en juego para abordar la cuestión de qué nos hace humanos, se encuentra en las acciones individuales. Parte ésta en la que toman protagonismo los replicantes y en especial la figura de Rachel (Sean Young).
Más en planoamericano.wordpress.com
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Rachel es una joven de gran capacidad empática y educada que tras contestar las preguntas que Deckard le realiza, durante uno de sus test Voight-Kampff, descubre que es una replicante. Una mujer que por encima de todo hace gala de un gran compromiso, llegando a salvar la vida de Deckard, frente a su compañero Leon, y que si la comparamos con el asocial y bebedor Deckard, tendría más atributos humanos que el policía. Un personaje, el de Rachel, que al igual que Roy (el líder de los replicantes), provocan una gran disyuntiva en el espectador, al encontrarse con la balanza invertida (parece que las máquinas sintieran más que los humanos). Porque incluso Roy, un replicante rebelde y que es capaz de matar, tiene momentos de gran integridad moral. Es aquí cuando se debe hacer referencia a la escena de la lluvia (con su memorable monólogo), precedida por la pelea final entre el proscrito y el representante de la ley. Lucha encarnizada y violenta, pero para la que Roy no hace uso de ninguna sucia estratagema, buscando en todo momento la lucha cuerpo a cuerpo, hasta que Deckard resulta vencedor. Victoria que provoca un regusto amargo y que sirve para redondear el retrato social planteado durante las casi dos horas de metraje.
Resulta compatida la afirmación de que uno de los elementos más atractivos de Blade Runner es su retrato de una sociedad futura, a través de sus tonos grises, la superpoblación, la estructura piramidal que divide la sociedad y sus hogares, el individualismo patológico, la continua lluvia y la soledad de sus habitantes (impactante resulta Sebastian y sus amigos construidos). Elementos que parecen muy lejanos y fantásticos, pero que viéndolos hoy resultan terriblemente cercanos. Además de destacar sus numerosas predicciones acertadas, como ocurre con las videollamadas o el uso de la ampliación fotográfica.
Concluyendo, una película con un claro afán de perdurabilidad que deja poso tras su final abierto. ¿Qué pasará con Deckard y Rachel? ¿Podrán huir? ¿Será capaz Deckard de recuperar su humanidad perdida junto a Rachel? Parece que después de más de treinta años Denis Villeneuve puede dar respuestas.
Más en planoamericano.wordpress.com
Resulta compatida la afirmación de que uno de los elementos más atractivos de Blade Runner es su retrato de una sociedad futura, a través de sus tonos grises, la superpoblación, la estructura piramidal que divide la sociedad y sus hogares, el individualismo patológico, la continua lluvia y la soledad de sus habitantes (impactante resulta Sebastian y sus amigos construidos). Elementos que parecen muy lejanos y fantásticos, pero que viéndolos hoy resultan terriblemente cercanos. Además de destacar sus numerosas predicciones acertadas, como ocurre con las videollamadas o el uso de la ampliación fotográfica.
Concluyendo, una película con un claro afán de perdurabilidad que deja poso tras su final abierto. ¿Qué pasará con Deckard y Rachel? ¿Podrán huir? ¿Será capaz Deckard de recuperar su humanidad perdida junto a Rachel? Parece que después de más de treinta años Denis Villeneuve puede dar respuestas.
Más en planoamericano.wordpress.com