Cuando el exitoso productor televisivo James L. Brooks decidió ponerse detrás de la cámara por primera vez, poco podía imaginar su desmesurado éxito: nada menos que seis premios de la Academia y una gran taquilla. El futuro creador de "Los Simpsons" demostraba ser un todo-terreno del mundo del espectáculo.
"La fuerza del cariño" merece ser estimada en tanto que su arriesgada apuesta por la mezcla de drama y comedia se salda con una realización sólida, bien estructurada y que consigue el difícil tránsito de la sonrisa a la lágrima de forma natural, sin que se perciba ningún atisbo de giro forzado y poco creíble en su muy bien construido guión. Es una comedia de situación y un drama familiar en el que casi todos los espectadores pueden reconocerse fácilmente; en función de las complicadas relaciones establecidas entre una madre y su única hija se muestra que los vínculos afectivos terminan superando cualquier situación y que, en la situaciones más complicadas el amor consigue salvar todos los malos momentos del pasado.
Incluso un personaje tan poco creíble como el astronauta interpretado por Jack Nicholson resulta esencial en la película, aportando las dosis de humor y extravagancia necesarias gracias al histrionismo, en esta ocasión comedido y ajustado del intérprete. Y aunque la Academia premiaría a la veterana Shirley MacLaine frente a su hija/rival Winger, más por el conjunto de su carrera que por esta película, es la Winger se come la pantalla de cabo a rabo, a ambas les corresponde el mérito de hacer entrañables a los dos personajes esenciales de la trama. Brooks no volvería a situarse a la misma altura como director