Quienes la vean podrán comprobar que trae a la memoria a dos películas de éxito: recuerda al clásico de culto ‘La semilla del Diablo’ (Roman Polanski, 1968) y tiene muchas cosas en común con la reciente ‘Babadook’ (Jennifer Kent, 2014). Al igual que pasaba con Mia Farrow, Emily Goss lleva todo el peso de la trama sobre sus hombros dentro de un perturbador ambiente que evoca al Polanski de su primera etapa. Si en ‘Babadook’ estábamos ante un drama familiar en el que el temor a la pérdida se veía reflejado en una suerte de Hombre del Saco, en ‘The House on Pine Street’ la añoranza a una antigua vida y el rechazo hacia el nuevo hogar, personifican al odio como sujeto clave en la historia. El principal problema que tiene la cinta es que parece no saber cuando acabar, y su excesivo metraje acaba por no convertirla en la gran película que podría haber sido. Aun así, absolutamente recomendable.

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