Aún recuerdo aquella ocasión en la que me pude acomodar en el viejo sofa de mi casa para ver el último vals.He de decir que dicha experiencia ha marcado una pequeña parte de mi vida.
A priori esperaba encontrarme con un mega concierto en el que algunos de mis músicos favoritos aunaran fuerzas para despedir a la mítica The Band y sin embargo me encontré con un documental extraordinario que narraba con cierta amargura los últimos dias de la época dorada del rock.Muchos analistas musicales determinan que con el último vals la llama del rock comienza a apagarse. Quizá sea un comentario demasiado rotundo pero al que no le quito parte de razón.
Trás el último vals llegaría la revolucion punk que se encargaria de destruir todo aquello que más tarde muchos de sus protagonistas intentarían volver a rehacer, la hortera megaindustrialización de los ochenta que generaría estrellas de pacotilla listas para usar y tirar (ej. madonna) o los escasamente originales 90 donde demasiados listillos pretendieron reinventar el rock a través de la más descarada imitación.
Sólo un director que amase y conociese la historia del rock podia dirigir con tanta naturalidad, belleza, realidad un espectáculo como este. La camara de Scorsese es testigo inquieto de los testimonios, risas, canciones, esperanza, tragedia de unos protagonistas que se saben participes de una historia que habla del fin de una época y del comienzo de otra . EL último vals es la última parada para una brillante generación de músicos que escribieron algunas de las páginas más bellas en la historia de la música contemporánea y que, obligados por las circunstancias,decidieron dejar la carreteta.
Son muchos los momentos que me vienen a la memoria cuando recuerdo esta película pero entre todos ellos me quedo con la interpretación que Neil Young hace de la maravillosa Helpless dejándose acompañar por los coros furtivos de la angelical Joni Mitchel y la escurridiza guitarra de Robbie Robertsson.Que momento!!!!!
Después de el último vals son muchos los que murieron en el olvido del gran público tras ser incapaces de aceptar que los tiempos habían cambiado, algunos supieron rehacerse tras varios años de dudas y mediocridad mientras que otros decidieron retirarse a un cómodo y seguro segundo plano. Han pasado ya 30 años desde su celebración y la llama de la que algunos críticos musicales han hablado sigue apagada mientras que gente como yo espera a que una nueva generación recoja el testigo de aquellos que en una ocasión fueron protagonistas de el último vals.