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Voto de Juan Ignacio :
7
Drama Nelly tiene 18 años y vive en casa de su madre adoptiva. La adolescente no deja de soñar con el que será su primer baile, organizado por el ayuntamiento de su pequeña ciudad. La chica escribe a su madre Jenny, que vive en Estocolmo, para conseguir un vestido bonito. Jenny aprovechará la ocasión para visitar a su hija, acompañada de su amante Jack, un actor fracasado y suicida. (FILMAFFINITY)
16 de abril de 2019
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La acción transcurre en un pequeño pueblo donde se respira naturaleza y tranquilidad. En él vive Nelly, 18 años, desde que a los pocos días de nacer se la dejó a la Srta. Ingeborg Johnson su madre, Jenny (Marianne Löfgren), porque ella, debido a su trabajo, no la podía tener consigo. Nelly ha crecido con los cuidados de Ingeborg, para esta una hija, y para la chica, ella, una madre. Ahora Jenny se presenta de improviso a por su hija. A la madre le van bien las cosas, es propietaria de un salón de belleza y quiere que su hija trabaje con ella. Casi a la vez hace presencia en el pueblo Jack, un joven apuesto, un don nadie con ínfulas y amante de Jenny. Nelly se siente atraída por lo que supone que debe ser la vida de la gran ciudad, al tiempo que se encuentra aburrida por las insistentes declaraciones de amor de Ulf (Allan Bohlin), un hombre mayor que ella que vive alquilado en una habitación de la casa de Ingeborg, quien vive de eso, de alquilar algunas habitaciones de su casa y de las clases de piano que da. Nelly, sin pensárselo mucho más, se va con su madre y Jack a la ciudad y da comienzo al drama en general y al personal de cada uno de los personajes.

Debut en la dirección cinematográfica de Ingmar Bergman, el cual, según cuenta en sus obras biográficas: 'Linterna mágica' (1987) e 'Imágenes' (1990), no pudo ser más desafortunado. Bergman, cuando se rodó esta película, en el verano de 1945, tenía 27 años, era jefe del Teatro de Helsinborg, y para el cine había revisado varios guiones, y escrito el de 'Tortura' (1944), dirigido por Alf Sjöber, y también había participado en él como ayudante de dirección, llegando a rodar sus primeras imágenes. No obstante, si llegó a dirigir 'Crisis' fue porque otros directores no aceptaron previamente el trabajo, y porque Bergman insistió mucho a Carl Anders Dymling, gerente de la productora Svensk Filmindustri, para que se lo concedieran; quien terminó facilitándole una pieza teatral del dramaturgo danés Leck Fischer, 'Instinto de madre' (Moderdyret) para que a partir de ella creara un guion. El rodaje, por diversas circunstancias, de las que no fue ajena la actitud despótica con casi todo el equipo del director, se convirtió en un auténtico caos, y si se llegó a finalizar la película fue gracias a la insistencia de Dymling y al apoyo del veterano director Victor Sjöström, en ese momento uno de los jefes de producción de Svensk Filmindustri, al neófito Bergman. Tras su estreno, 'Crisis', sumó a las peripecias anteriores el fracaso comercial.

Sin embargo, a pesar de todo lo contado en el párrafo anterior, a mi juicio, esta primera obra de Ingmar Bergman tiene bastante valor y varias claves de lo que continuaría siendo su estilo y fondo en toda su cinematografía. A un auténtico melodrama como es la obra teatral de Fischer, Bergman consigue darle una vuelta existencialista, sobre todo en el papel de Jack (Stig Olin), que por otra parte resulta tener algo del propio Bergman (el director sueco se autorretrataría, de forma más o menos velada, en muchos de sus personajes a lo largo de su carrera); pero también ese existencialismo se advierte en todos los personajes; todos son infelices, todos sufren, sintiendo la incapacidad de lograr la felicidad y de que lo sean aquellos a los que aman o por los que son amados. También figura por primera vez otra tónica de su obra, su crítica a la religión cristiana, en este caso reflejada en el sentimiento de auto culpa persistente en el personaje, creyente, de Ingeborg (Dagny Lind), al creer que quiere a Nelly (Ingra Landgré) no por la joven, sino por el bien que la chica le hace. Y no podía faltar, desde un principio, la presencia de la muerte, incluso en una de sus formas más dolorosas, el suicidio.

Para mí, más que un aceptable comienzo de quien llegaría a ser un genio, y, desde luego, una primera puesta en escena de lo que posteriormente se convertirían en constantes, u obsesiones, marcas personales de Ingmar Bergman.
Juan Ignacio
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