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Voto de gombrowicz:
1
Drama Amaia (Laia Costa) acaba de ser madre y se da cuenta de que no sabe muy bien cómo serlo. Al ausentarse su pareja por trabajo unas semanas, decide volver a casa de sus padres, en un bonito pueblo costero del País Vasco, y así compartir la responsabilidad de cuidar a su bebé. Lo que no sabe Amaia es que, aunque ahora sea madre, no dejará de ser hija. (FILMAFFINITY)
29 de noviembre de 2022
81 de 133 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me casé, mi ahora exmujer, cuando nació mi primera hija, me dejó claro que de ella me encargaría yo por las noches, con los cuentos, con los juegos, en las excursiones y... bueno eso. Aunque yo veía venir lo que vino, estaba tan ilusionado con mi recién nacida, que lo asumí todo sin rechistar. Prefería mil veces disfrutar de mi hija, aunque me agotase, que tener bronca. Porque ella era de las de bronca. El caso es que la vida era yo diría trabajosa, cansada. Los dos trabajábamos fuera (médicos) y la niña lloraba. Ah, y se caía de vez en cuando. Y había que hacer la compra, y llevarla a los sitios, de bebé entretenerla. Cuando empezó a crecer contarle cuentos, yo le compuse nanas, jugábamos en los parques, las comidas, los biberones. Esas noches despertándome cada 2-3 horas. Recuerdo a partes casi iguales (gana el placer de estar con ella) mi relación con mi hija y el agotamiento al llegar la noche. Un recuerdo imborrable, único, un disfrute inmenso.
Pero nunca se me ocurrió que en esa realidad había una historia. Era lo normal, los niños lloran y se caen, y uno se cansa. Está claro que para contar una historia sobre eso hay que saber introducir elementos que progresen y le interesen a alguien que no seas tú solo.
Por eso me he quedado perplejo con esta película. Porque además de no haber historia, los personajes femeninos, no sé si lo han hecho queriendo para enseñar lo que sufre una madre que además es hija, son absolutamente insoportables. La película transcurre entre los llantos de la niña, la mala leche de la madre, la mala leche de la abuela, el clima irrespirable por no aguantarse a ellas mismas, y unos pobres varones que, sin dibujo de carácter ninguno, solo se ve que hablan cuando las matronas les dejan y siempre reciben bronca, caras largas, acritud, mal rollo. Un mal rollo constante en el que uno no puede más que preguntarse: pero aquí qué coño pasa. Bueno, yo veo la película de unos seres amargados, y eso que disponen de condiciones económicas que no les aprietan mucho. Simplemente no se aguantan unos a otros ni a sí mismos
Alucinado estoy con las críticas que hablan de un prodigio de sensibilidad.
Francamente, lo básico que le pido a un director o directora de cine es qué sepa qué me quiere contar. En esta ocasión no le ha dado tiempo; el ritmo narrativo infinitamente demorado les pilló al final, y no pudieron contar nada
gombrowicz
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