Peter Bogdanovich vuelve a un perfil de comedia en desuso -salvo por el inagotable Woody Allen- con el que ya demostrara en el pasado que lo desarrolla a las mil maravillas: el vodevil. Sin alcanzar las cotas de ingenio, ni las divertidas situaciones de enredo entre los personajes de “¿Qué me pasa, doctor?” (1972) o “¡Qué ruina de función!” (1992) -con ésta última, en especial, tiene mucho más parecido- consigue arrancar nuevamente un buen puñado de risas con personajes y escenas que terminan por entrelazarse, aunque algunos no tengan nada que ver con los otros, en principio.
Encantadora Imogen Poots como chica de compañía aspirante a actriz, veraz Owen Wilson como director teatral con amplia tendencia hacia la infidelidad pero con alma caritativa -aunque seguramente para expiar su culpa- y divertidísima Jennifer Aniston como una excéntrica psiquiatra. Ellos y el resto del elenco contribuyen con la particularidad y el histrionismo de sus respectivos personajes y los divertidos diálogos co-escritos por Bogdanovich a representar una obra no tan hilarante como sus precedentes, pero casi.