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Voto de John Dunbar:
6
Ciencia ficción. Aventuras. Acción Los casquetes polares se han derretido y toda la Tierra está cubierta de agua marina. Los hombres sobreviven en plataformas flotantes y su principal ocupación es la búsqueda de agua dulce, el bien más preciado. Entre ellos circula una leyenda según la cual en algún lugar existe tierra firme. Un viajero errante y solitario que vive del trueque, llega un día a un atolón de chatarra y vende tierra a sus moradores, pero cuando éstos ... [+]
28 de octubre de 2021
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'Waterworld' fue desde el inicio una obra ambiciosa y acabó convirtiéndose en un descalabro absoluto a nivel presupuestario, es por eso que, aquella que llegara a ser la película más costosa sin haberlo propuesto, fuera también uno de los mayores fiascos de la historia. A la pobre no le faltó de nada: huracanes acabando con decorados para encarecer el producto y alargar el proyecto, un rodaje complejo en el agua... y, por si fuera poco, además de no haber recuperado prácticamente nada de lo invertido, la crítica también se cebó con ella y con su protagonista, Kevin Costner, que siendo malicioso, quiso ser estrella y acabó estrellado. Fue galán, fue héroe y quiso también ser único, en pos de su proyecto megalómano imaginando un mundo rodeado de agua lejos de llanuras plagadas de 'tatankas', saliéndole toda intención errada como un tiro fallido de su viejo rifle Winchester.

Todo esto en cuanto a aspiraciones y consecuencias, con mucho de ambas, aunque en direcciones manifiestamente opuestas; pero yo quiero romper una lanza en favor de éste roto. Sí, porque a pesar de pesares, la magnitud del esfuerzo supone una aventura incomparable, básicamente porque no hay otra igual, lo que no le resta un ápice de esparcimiento a lomos, no de un caballo como más acostumbra Costner, sino de un trimarán muy ocurrente diseñado para la ocasión, tripulado por un marinero (el mismo Costner) de aspecto rudo y muy poco hablador. Las andanzas que le deparan a protagonista y nave transcurren sobre una distopía acuática, con cierto aspecto bíblico ahondado por el propio hábitat en el que se desarrolla adquiriendo un énfasis más realista, y, si se me permite la expresión, bajo esa búsqueda constante de la tierra prometida.

Atolones que alojan pequeños rastros de civilización, piratas a bordo de motos acuáticas liderados por un Dennis Hopper entre lo cruel y lo satírico y un antihéroe hecho de agallas y pies palmeados, forzado por las circunstancias a ser un rescatador improvisado. Tanto es así, que el romance, de aquella manera, hecho a la medida áspera del mundo que habita, tiene también su espacio obligado, porque hasta en la rareza más rara, todos tienen su corazoncito y una recóndita disposición a poder entregarlo a quien buenamente desee el hilo conductor, que no es otro que ser el resultado de la persecución de un fin mayor.

Y el resultado, el real, es que más allá del fracaso se esconde un relato aventurero, una epopeya más grata de lo que los números dicen, que termina por conseguir que uno eche de menos la tierra tanto como los pobladores de ese inhóspito mundo marino. No es broma.
John Dunbar
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