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España España · Málaga
Voto de JRBoxó:
8
Drama Leningrado, 1945. La Segunda Guerra Mundial ha devastado la ciudad y derruido sus edificios, dejando a sus ciudadanos en la miseria tanto a nivel físico como psíquico. El asedio, uno de los peores de la Historia, ha terminado, pero la vida y la muerte continúan combatiendo en el desastre que la guerra deja tras de sí. Dos mujeres jóvenes, Iya y Masha, tratan de encontrar un sentido a sus vidas para reunir fuerzas de cara a reconstruir la ciudad. (FILMAFFINITY) [+]
12 de enero de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producción rusa dirigida por Kantemir Balagov. El cine de numerosos países permite estudiar la asimilación que realizan sus ciudadanos de los acontecimientos históricos que han marcado el curso de sus sociedades y, especialmente, las heridas que han dejado en la población. Para acercarme a la comprensión de esta excelente película, es necesario establecer el centro social desde el que habla y a quienes habla: la Rusia actual desde el pasado reciente. Una de las poblaciones más castigada por la violencia desde el siglo pasado, es sin duda, la rusa. Las represiones durante el reinado de Nicolás II, la guerra contra los japoneses, la revolución con la consiguiente guerra civil entre el ejército rojo y el blanco, las terribles dos guerras mundiales, la dictadura estalinista con sus depuraciones sistemáticas de enemigos del estado y la actual represión política describen de manera somera las dificultades y sufrimientos que han vivido y viven sus ciudadanos. La guerra es la mayor de las inmoralidades porque suspende todo posible ejercicio ético acogiéndose a conceptos tan vacíos como Patria, pueblo, partido o revolución y dejando al sujeto real que piensa y sufre desamparado y sin valor. Lo único que cuenta es la victoria sobre los enemigos. La larguilucha es una historia de supervivencia basada en el afecto de dos mujeres traumatizadas por el régimen y la guerra. Una viene de ejercer como soldado sexual al servicio de los hombres del frente, la otra afectada por un grave estrés postraumático, se defiende como enfermera de los mutilados que regresan del frente de Leningrado una vez firmado el armisticio. Les ha correspondido vivir en el estrato de clases oprimidas. La lucha de clases no existe, sino la permanencia de la pirámide de desprecio y sojuzgamiento que ha pasado de la nobleza cortesana de los zares, a los cargos que se reparten el poder dentro del partido comunista, y a la actual sociedad liderada por la corrupción de los grupos que aglutinan el capital. La indefensión de estas mujeres solamente es contrarrestada por sus ganas de vivir y las corrientes de afecto y solidaridad que se dan entre ellas.
JRBoxó
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