Como ya han apuntado con acierto varias reseñas, nos encontramos con una simpática comedia romántica ambientada en Alaska durante su fiebre del oro. Naturalmente, para evitar las escenas nevadas la trama se sitúa siempre en el verano cuando las calles son auténticos lodazales.
Con muy buen criterio la acción sucede en 1900, el momento álgido de la llegaba de buscadores de oro a aquellas frías tierras. En agosto de 1896 un pequeño grupo familiar de pescadores y mineros había encontrado depósitos aluviales de oro a lo largo del río Klondike, cerca de Dawson City (Yukón, Canadá). Como era de esperar la noticia del hallazgo se propagó como la pólvora y a la zona acudieron numerosos buscadores de oro o regresaron los mineros que habían trabajado antes los arroyos y ríos de los alrededores. La noticia del oro de Alaska se difundió por todos los Estados Unidos en julio de 1897, cuando el país acababa de sufrir un serie de recesiones financieras y crisis bancarias que habían arruinado a muchas familias y causado un fuerte desempleo. El 17 de julio llegaban a Seatle los primeros buscadores dispuestos marchar por barco a Alaska. De los sectores más castigados de la sociedad americana saldrá la mayor parte de los nuevos buscadores de oro, que se asentaron preferentemente en las inmediaciones de Klondike, que (lo mismo que Dawson City) muy bien pudiera ser la ciudad que aparece en la cinta y que en muy poco tiempo alcanzó los 40.000 habitantes. Y no solamente marcharon mineros, también lo hicieron abogados, médicos y otras personas con estudios respetables, conscientes que sus posibilidades de encontrar oro eran nulas, pero marcharon animados por su espíritu de aventura.
Este es el entorno histórico en el que se sitúa esta comedia romántica que cuenta con un excelente reparto de actores (magistral interpretación de Wayne muy bien secundado por Capucine y Granjer), un guión bien elaborado, cuidada ambientación especialmente en lo que se refiere a las escenas portuarias y mineras, sin que tampoco falten los ingredientes tópicos del western con sus escenas de saloon, peleas callejeras, timadores de tres al cuarto simpaticos borrachines. Eso sí, con muy pocos tiros.
Para pasar un buen rato con un Wayne un poco alejado de sus papeles característicos.