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España España · Madrid
Voto de Hernando:
5
Musical. Drama. Romance El expresidiario Jean Valjean (Hugh Jackman) es perseguido durante décadas por el despiadado policía Javert (Russell Crowe). Cuando Valjean decide hacerse cargo de Cosette, la pequeña hija de Fantine (Anne Hathaway), sus vidas cambiarán para siempre. Adaptación cinematográfica del famoso musical 'Les miserables' de Claude-Michel Schönberg y Alain Boublil, basado a su vez en la novela homónima de Victor Hugo. (FILMAFFINITY)
6 de enero de 2013
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1862, Víctor Hugo publicó la que muchos consideramos su obra maestra: Los Miserables, una obra que en sus propias palabras “será siempre un todo indivisible […] una Biblia, no una Biblia divina sino una Biblia humana. Un libro múltiple que resume un siglo”: el mejor retrato del Paris decimonónico. Una obra con una visión crítica y sabia de su época, pero llena de amor; una obra que suda humanidad, que sangra épica e intensidad. Una novela inolvidable de casi 2000 páginas. ¿Cómo adaptar semejante monstruosidad? La respuesta es obvia, no se puede; pero a Hooper no le torturaba demasiado esta pregunta, él se ha propuesto adaptar una adaptación previa, la adaptación del musical de éxito, no el libro, y eso, amigos míos, se nota.

Ninguna película puede recrear la experiencia que supone semejante lectura. Los Miserables es de esos libros que piden una entrega de varios meses, pero a cambio te acompaña durante toda la vida. Tal vez aquí esté el por qué a tantos lectores les ha decepcionado el encuentro audiovisual. Yo, como ellos, no pude separar mi visionado de mis recuerdos, pero esto no tiene por qué suponer la decepción. Como adaptación de una adaptación, Tom Hooper – el director de la galardonada El Discurso del Rey - acierta en no pretender recrear la experiencia lectora, probablemente sí la del musical. Al no haber tenido el gusto no puedo juzgarlo. Hooper tan solo (!) pretende proporcionar una experiencia cinematográfica inolvidable y no reparará en artimañas para conseguirlo.
Como musical, la película va directa a la emoción alcanzando por momentos una gran intensidad. Con una historia y personajes como los que tiene de partida, y con semejante música, admitámoslo, tenía el partido –y a los espectadores- ganados de antemano.

Pero no todo son aciertos, como adaptación del musical se encuentra encorsetada por sus ventajas e inconvenientes. Por un lado tiene canciones magníficas – At the End of the Day, I Dreamed a Dream, Do You Hear the People Sing?, entre otras. Pero también algunas más flojas como las ñoñadas de Marius y Cosette, y probablemente se eche en falta un protagonismo mayor de la orquesta, sin voces –a menudo sin nada que aportar a la imagen- robando protagonismo. Los diálogos cantados, eso sí, pueden convencer, apasionar o agotar, aunque depende de cada cual. Por otro lado, el formato musical dilata demasiado unos momentos que debe compensar con largos saltos entre una canción y otra. El resultado es la sensación de que todo va demasiado rápido y el intento de condensar se queda en lo superficial. Se echan en faltas más canciones longitudinales que hagan progresar la acción.

Pero si el film funciona tan bien no es solo por la música, sino por los personajes que hay detrás, algo de lo que el director sabe aprovecharse con un excelente reparto. Es cierto que de la obra coral que es Los Miserables se convierte en una historia de dos personajes que tal vez debió llamarse Jean Valjean, pero con el paso de un medio a otro no pudo haber decisión más acertada. Hugh Jackman da vida a un convincente Jean Valjean, que tal vez tenga la voz menos acertada del reparto, pero logra plasmar a la perfección los conflictos por los que pasa el personaje, ya sea por su rostro, o por algún ingenuo juego de luces. También tenemos el mejor inspector Javert – un más que correcto Russel Crowe- que he podido ver en la gran pantalla. El primero que no es demonizado durante tres cuartas partes de la película. Personaje que prestará la que para mí es una de las escenas más intensas del film.

Rodeando a estos personajes surgen unos secundarios a la altura, menos desarrollados, sí, pero excelentemente caracterizados. Los Thénardiers son convertidos en dos bufones de opereta, en el contrapunto cómico, pero hay que ver cómo iluminan la pantalla cada vez que Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter salen a escena con su pegadiza y desenfadada melodía. De la camarilla del café ABC hay poco que destacar salvo Gavroche, y la química de camaradería que reflejan los personajes. Gavroche, encarnación del espíritu de la revolución francesa, tiene una gracia, un carisma, que ganará las simpatías hasta del más escéptico. Lástima darle un final tan poco convincente. Por su parte Éponine, interpretada por la cantante original del musical Samantha Barks, y, probablemente, la mejor voz del reparto, logra hacer casi creíble lo que si fuera por el guión no lo sería.

Quería evitarlo para no comenzar a despotricar, pero toca hablar de Marius y Cosette. Ni las buenas voces de los actores evita que cada minuto suyo en escena –en especial cuando el peso cae en su relación- sea desquiciante. ¿Soy el único que querría patear el inmaculado rostro de Marius cada vez que aparece en primerísimo plano? ¿Dios, alguien ha llegado a contarlos? Cosette de mayor es insufrible, que vuelva a la posada de los Thenardier! Aaaaa fregar!

Y me dejo el mejor personaje para el final, Fantine, papel por el que probablemente Anne Hathaway se lleve un Oscar. Protagoniza la primera escena conmovedora del film –no olvidéis llevar clínex-, y con ella ganará el corazón de más de uno. Es una escena donde el uso del primerísimo plano sostenido cobra pleno sentido –la única de la película donde está justificado más allá de las limitaciones del director- logrando uno de los momentos álgidos.


(continúa en el spoiler pero sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Hernando
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