¿Qué da más miedo, el paso de joven a adulto o asumir, ya como adulto, que serás inevitablemente reemplazado por alguien más joven?… O dicho de otro modo ¿quién teme más a quién aunque ambos intenten ocultarlo, la juventud a los adultos o los adultos a la juventud?… En ello y más profundiza la ya de culto "Battle Royale", un brillante, cínico y descarnado survival horror que sentó precedente y que pido disculpas por haber tardado tanto en ver.
"Battle Royale", basada en la novela homónima de Koushun Takami, nos presenta una realidad distópica en la que el gobierno, para combatir a una juventud cada vez más descontrolada y violenta, decide crear el programa Battle Royale. Una especie de torneo a vida o muerte en una isla desierta en el que participa una clase escogida al azar. Bajo unas severas normas tendrán que matarse unos a otros durante tres días hasta que solo uno sobreviva. Así desarrolla Kinji Fukasaku "Battle Royale", una de esas propuestas incapaces de dejarte indiferente. Y todo ello sin necesitar de un ritmo mega trepidante o de un aspecto visual super cuidado, dos defectos que se le podrían achacar al film.
Mientras Kinji Fukasaku desarrolla esta suerte de falso reality show, contigo como sádico voyeur, no olvida tratar a sus protagonistas como lo que son: adolescentes. Sus vergonzosos amoríos de instituto o sus enemistades por absurdas envidias se desarrollan a la par que se sucede la matanza. Ingenuidad y maldad abrazadas en un firme guion que nunca pierde de vista a los personajes a pesar de que la trama invite a ello.
En resumidas cuentas, ¡qué buen ojo tienes, Quentin!