Para una vez que Liam Neeson cambia de registro y escoge hacerlo en una de las películas más aburridas e impersonales de su año. Muy didáctica "Mark Felt, el informante", pero si no fuera porque dura poco más de hora y media, podría calificarse perfectamente como ladrillo.
No soy muy seguidor del thriller político, y "Mark Felt, el informante" no será la obra que me haga cambiar de parecer.
Esta producción de Ridley Scott a modo de biopic de Mark Felt, el agente del FBI que se transformó en 'Garganta Profunda' para derrocar a Richard Nixon en su segundo mandato en la Casa Blanca, 'Watergate' mediante, me ha dejado tibio tirando a frío. He aprendido la lección pero, en lo más profundo de mí sé que, de aquí a unos días, recordare dicha lección sin saber muy bien si la saqué de un reportaje en alguna web o de un chascarrillo de barra de bar. Reacción que seguramente esperaba, así que ni tan mal. Por eso al final tampoco odiaré "Mark Felt, el informante". Hombre prevenido vale por dos.
Liam Neeson como Mark Felt es el único aliciente que me hizo lanzarme de cabeza a por "Mark Felt, el informante", a sabiendas de que por lo demás, lo que me encontraría en la cinta de Peter Landesman no sería demasiado de mi agrado. Un gancho para nada menor acostumbrados como estamos a la variante actioner del actor irlandés. Luego hay por ahí un reparto de secundarios interesantillo, aunque gran parte de ellos aparecen en una o dos escenas a lo sumo, cosa que baja la libido.
En resumidas cuentas, "Mark Felt, el informante" es todo lo gris que aparenta e incluso más.