Película algo infravalorada pero que para muchos (preadolescentes cuando la vieron) se ha convertido en una especie de obra de culto. Más allá de las tentadoras y naturales protuberancias mamarias de la protagonista (en las que a menudo se centra la atención con chistes, ironías y enfoques de cámara), lo cierto es que se crea un personaje memorable. El arquetipo de la bruja sexy y sin prejuicios que se enfrenta con una sociedad ultraconservadora y lo que es peor, que juzga a las personas como Elvira más por su apariencia y forma de vestir que por los hechos. Así, muchos piensan que Elvira es un mal ejemplo para sus hijos y una "fresca", pero realmente es todo lo contrario. Una mujer nada fácil de conquistar por cualquiera.

Por lo demás, asistimos a un humor que en ocasiones nos puede parecer tonto, pero otras nos saca algunas risas. Y adornado de unos efectos especiales aparentemente cutres pero que encajan en la estética nostálgica de los ochenta, con ciertos tintes de serie B. Lo peor, sin embargo, es lo sumamente repelentes que resultan casi todos los personajes secundarios. Tanto los abueletes como los jóvenes, pero el que se lleva la palma es Daniel Greene con una sosísima actuación. En parte se entiende porque así es el espíritu del pueblo. Pero ahí está la luz en la oscuridad, aunque resulte paradójico: Elvira.