La irrupción de Alejandro Amenábar en el panorama cinematográfico español ha supuesto un punto de inflexión en nuestro cine. No es que antes de su aparición no hubiera buenas películas españolas, es que a partir de esta película parece que se nos ha quitado (un poco y no a todos los directores) el complejo de inferioridad con respecto a otras cinematografías y también demostró que hay vida aparte de la Guerra Civil y los dramones y/o comedias erótico-festivas.
La primera película de Amenábar es un thriller apabullante que no es que no tenga nada que envidiar a los americanos, es que supera por mucho a la mayoría de ellos. Amenábar se vale de un presupuesto ínfimo y un reparto de caras desconocidas, en su mayoría, para contarnos la historia de una estudiante de Audiovisuales que realiza una tesis doctoral sobre las películas snuff. Por su investigación, poco a poco se va introduciendo en un mundo de violencia y de perversión que le va a hacer poner en peligro su propia vida. Perfectamente rodada, con las notas de suspense realmente bien colocadas y con los equívocos típicos de este tipo de películas muy bien realizados, uno es manipulado, zarandeado y finalmente noqueado por el cineasta como realmente le da la gana, con una habilidad para un primerizo sólo propia de un incipiente genio.
Una gran película, como casi todas las que ha rodado Amenábar. La única pena es que se dé tanto tiempo entre un proyecto y otro.