El maestro Woody Allen llega a nuestras carteleras con su obra anual, rompiéndo con la corrección y aparente poca profundidad de sus anteriores obras y volviendo al existencialismo y análisis de la moral humana que no veíamos formulada tan claramente desde Match Point.

Igual que en aquella, aquí se nos abre un triángulo amoroso y acontecerá un crimen que removerá a los personajes durante el tercer acto; el triángulo lo forman un excelente Joaquin Phoenix, como malhumorado y carismático profesor de filosofía; Emma Stone, siempre encantadora; y Parker Posey, que puede suponer una sorpresa para muchos.

El filme se mueve ya desde el inicio en los terrenos del existencialismo citando y analizando a figuras como Kant, evidenciándose la desencantada forma de vida en el papel de Phoenix, que solo encontrará una motivación tras una escuchada conversación en un bar a partir de la cual se iniciará la obsesión final y el certero análisis a la moral por parte de Allen.

Allen vuelve a los terrenos del existencialismo en busca de recuperar a aquellos fans de Delitos y faltas pero en un rigor formal más similar al de sus filmes más contemporáneos, sin resaltar visualmente ni  tonalmente, dejando que sean los intérpretes los que le otorgen el plus de atractivo.

El Crítico Inquilino (elcriticoinquilino.wordpress.com)