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Voto de Víctor Baylach:
6
7.4
40,140
Drama. Thriller
En tiempos de guerra, el brillante físico estadounidense Julius Robert Oppenheimer, al frente del 'Proyecto Manhattan', lidera los ensayos nucleares para construir la bomba atómica para su país. Impactado por su poder destructivo, Oppenheimer se cuestiona las consecuencias morales de su creación. Desde entonces y el resto de su vida, se opondría firmemente al uso de armas nucleares. (FILMAFFINITY)
31 de julio de 2023
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como buenos cinéfilos que somos no podíamos ser menos y no dejarnos sucumbir por el movimiento cinematográfico ultra mediático del momento. “Barbie” VS. “Oppenheimer”, una feliz coincidencia de estilos cinematográficos que no podían ser más opuestos. Pronto vieron la luz ingeniosos memes que hacían comedia de la dualidad, pero que sin quererlo ni pretenderlo fue creciendo de manera imparable hasta llegar al punto que los mismos estudios, directores y actores de dichos filmes se sumaron al movimiento y aprovecharon la gran cantidad de publicidad gratuita que el público les estaba dando. Así que ¡“Barbienheimer”, allá voy!
Empezando por la nueva película de Christopher Nolan, del que a estas alturas no necesita de ninguna presentación, se dispone a realizar la que, junto a “Dunkirk”, sería la película menos Nolan de toda su filmografía, apartando todo atisbo de ciencia ficción y acción y centrándose en un género completamente novedoso para él. Encandilado por la figura de J. Robert Oppheimer y la creación de su bomba atómica, Nolan nos presenta su primera película biográfica con la que decide no querer depender de efectos digitales y usar solo efectos analógicos para la grabación de sus imágenes y sobretodo la explosión de la bomba atómica. Interesante como poco, y que al tratarse de una película con su sello autoral, para lo bueno y para lo malo, es un biopic contado y adornado con todo el estilo del director.
Todos sabemos de la obsesión enfermiza casi esquizofrénica de Nolan al querer aportar los máximos datos científicos posibles, que se escapan del conocimiento del público promedio y que nos comemos con patatas al contar, en su mayoría, con la aprobación de aquellos entendidos. Así que al tratarse de la figura del físico teórico denominada como el padre de la bomba atómica, sin decepcionar, la película cuenta con todo lujo de detalles del mundo de la física. Pero más allá de la ciencia, los acontecimientos sociopolíticos ocurridos durante ese período son de gran importancia; post-guerra de la Gran Guerra, enaltecimiento del nacismo, II Guerra Mundial, muerte de Hitler, Nagasaki, Hiroshima y la Guerra Fría. La vida de Oppenheimer, como bien podemos imaginar, no estaba exenta de pensamiento político; simpatizante de la izquierda del progreso, de la república española, del antifascismo y del comunismo europeo, aunque nunca formó parte de ello. Así que física y política, interesante mezcla, pero que aún le queda por añadir un importante factor en esta prometedora ecuación: la introspección.
Apoyado en su conocimiento de la física, su curiosidad de científico, sus orientaciones políticas y el contexto sociopolítico del momento, “Oppenheimer” se adentra en la mentalidad de su protagonista, al que escribe con mucha destreza reflejando su gris temperamento y que en su primer acto, ya nos define la personalidad de un físico que poco tolera la humillación y que busca un reconocimiento profesional, al que con el tiempo decide meterse de lleno en el proyecto Manhattan autoconvenciendose de hacer un bien para su país hasta que, años después, arrepentirse y posicionarse en contra la experimentación armamentística y la temible bomba de hidrogeno, para en consecuencia ser perseguido por el país que tanto lo alabó. Así que todo su conjunto forma una interesante ecuación de conocimiento, ideologías y personalidad a la que si le añadimos una carrera a contrarreloj contra el nacionalsocialismo alemán, se obtiene un fatídico resultado: El fuego de los dioses.
Como es costumbre, Nolan, no puede hacer las cosas sencillas, y decide dividir la película en tres líneas temporales que, mezcladas entre sí con minucioso detalle, explican la historia por completo, siendo la primera la juventud de Oppenhemier, seguida por la creación de la bomba y finalizada por la trama más anodina de todas, la caza de brujas del protagonista centrada en el personaje de Lewis Strauss interpretado por un magnifico Robert downey Jr.
Y es que “Oppenheimer”, como he dicho antes, posee todas aquellas cosas buenas del cine de Nolan, y también las malas (ya llegaremos a ello), sobredestacando para bien su atmosférico diseño de sonido y su maravillosa banda sonora de la mano de Ludwing Göransson que, si bien no es la mejor de su filmografía, si consigue el mismo efecto que las anteriores, crear una atmosfera aplastante y agobiante a la vez que emocionante. En su suma de factores positivos, se le añade planos recurrentes en sus obras pero de innegable belleza y efecto, donde encontramos la secuencia de la implosión atómica de la Prueba Trinity o la, aún mejor, secuencia del discurso de la contradictoria y amarga victoria después del lanzamiento contra Nagasaki e Hiroshima. También destacar el reparto de excelencia y repleto de múltiples actuaciones muy veraces, destacando a un espectacular Cillian Murphy que por fin consigue el rol protagónico en un film del director, siendo este el actor secundario estrella de Nolan. Junto a Cillian, destaco a los personajes femeninos de Emily Blunt y Florence Pugh. Aún que creo que ambas estan bastante desaprovechadas, si destaco la primera por su fuerte carácter que rivaliza con el del protagonista, y la segunda por su actuación que de nuevo consigue hechizarme, a pesar de ser rebajada a un rol menor y muy sexualizado. Junto a ellos, también destacar el pequeño pero contundente cameo de Casey Affleckal, y al ya nombrado Robert Downey Jr. que es un placer verlo en un personaje creíble y diferente al de Tony Stark. Entre tantísimo personaje, aquellos que hemos visto cine nos encontraremos con caras conocidas hasta debajo de la alfombra, y que siempre son un gusto de ver, pero que si me pongo a nombrarlos a todos me quedo sin caracteres. Y añadido a ello, la película nos da la oportunidad de ver grandes eminencias de la ciencia como Albert Einstein, Werner Hesienberg y Edward Teller, entre otras figuras importantes del momento.
CONTINUO EN APARTADO DE SPOLIERS (SIN SPOILERS) POR FALTA DE ESPACIO.
Empezando por la nueva película de Christopher Nolan, del que a estas alturas no necesita de ninguna presentación, se dispone a realizar la que, junto a “Dunkirk”, sería la película menos Nolan de toda su filmografía, apartando todo atisbo de ciencia ficción y acción y centrándose en un género completamente novedoso para él. Encandilado por la figura de J. Robert Oppheimer y la creación de su bomba atómica, Nolan nos presenta su primera película biográfica con la que decide no querer depender de efectos digitales y usar solo efectos analógicos para la grabación de sus imágenes y sobretodo la explosión de la bomba atómica. Interesante como poco, y que al tratarse de una película con su sello autoral, para lo bueno y para lo malo, es un biopic contado y adornado con todo el estilo del director.
Todos sabemos de la obsesión enfermiza casi esquizofrénica de Nolan al querer aportar los máximos datos científicos posibles, que se escapan del conocimiento del público promedio y que nos comemos con patatas al contar, en su mayoría, con la aprobación de aquellos entendidos. Así que al tratarse de la figura del físico teórico denominada como el padre de la bomba atómica, sin decepcionar, la película cuenta con todo lujo de detalles del mundo de la física. Pero más allá de la ciencia, los acontecimientos sociopolíticos ocurridos durante ese período son de gran importancia; post-guerra de la Gran Guerra, enaltecimiento del nacismo, II Guerra Mundial, muerte de Hitler, Nagasaki, Hiroshima y la Guerra Fría. La vida de Oppenheimer, como bien podemos imaginar, no estaba exenta de pensamiento político; simpatizante de la izquierda del progreso, de la república española, del antifascismo y del comunismo europeo, aunque nunca formó parte de ello. Así que física y política, interesante mezcla, pero que aún le queda por añadir un importante factor en esta prometedora ecuación: la introspección.
Apoyado en su conocimiento de la física, su curiosidad de científico, sus orientaciones políticas y el contexto sociopolítico del momento, “Oppenheimer” se adentra en la mentalidad de su protagonista, al que escribe con mucha destreza reflejando su gris temperamento y que en su primer acto, ya nos define la personalidad de un físico que poco tolera la humillación y que busca un reconocimiento profesional, al que con el tiempo decide meterse de lleno en el proyecto Manhattan autoconvenciendose de hacer un bien para su país hasta que, años después, arrepentirse y posicionarse en contra la experimentación armamentística y la temible bomba de hidrogeno, para en consecuencia ser perseguido por el país que tanto lo alabó. Así que todo su conjunto forma una interesante ecuación de conocimiento, ideologías y personalidad a la que si le añadimos una carrera a contrarreloj contra el nacionalsocialismo alemán, se obtiene un fatídico resultado: El fuego de los dioses.
Como es costumbre, Nolan, no puede hacer las cosas sencillas, y decide dividir la película en tres líneas temporales que, mezcladas entre sí con minucioso detalle, explican la historia por completo, siendo la primera la juventud de Oppenhemier, seguida por la creación de la bomba y finalizada por la trama más anodina de todas, la caza de brujas del protagonista centrada en el personaje de Lewis Strauss interpretado por un magnifico Robert downey Jr.
Y es que “Oppenheimer”, como he dicho antes, posee todas aquellas cosas buenas del cine de Nolan, y también las malas (ya llegaremos a ello), sobredestacando para bien su atmosférico diseño de sonido y su maravillosa banda sonora de la mano de Ludwing Göransson que, si bien no es la mejor de su filmografía, si consigue el mismo efecto que las anteriores, crear una atmosfera aplastante y agobiante a la vez que emocionante. En su suma de factores positivos, se le añade planos recurrentes en sus obras pero de innegable belleza y efecto, donde encontramos la secuencia de la implosión atómica de la Prueba Trinity o la, aún mejor, secuencia del discurso de la contradictoria y amarga victoria después del lanzamiento contra Nagasaki e Hiroshima. También destacar el reparto de excelencia y repleto de múltiples actuaciones muy veraces, destacando a un espectacular Cillian Murphy que por fin consigue el rol protagónico en un film del director, siendo este el actor secundario estrella de Nolan. Junto a Cillian, destaco a los personajes femeninos de Emily Blunt y Florence Pugh. Aún que creo que ambas estan bastante desaprovechadas, si destaco la primera por su fuerte carácter que rivaliza con el del protagonista, y la segunda por su actuación que de nuevo consigue hechizarme, a pesar de ser rebajada a un rol menor y muy sexualizado. Junto a ellos, también destacar el pequeño pero contundente cameo de Casey Affleckal, y al ya nombrado Robert Downey Jr. que es un placer verlo en un personaje creíble y diferente al de Tony Stark. Entre tantísimo personaje, aquellos que hemos visto cine nos encontraremos con caras conocidas hasta debajo de la alfombra, y que siempre son un gusto de ver, pero que si me pongo a nombrarlos a todos me quedo sin caracteres. Y añadido a ello, la película nos da la oportunidad de ver grandes eminencias de la ciencia como Albert Einstein, Werner Hesienberg y Edward Teller, entre otras figuras importantes del momento.
CONTINUO EN APARTADO DE SPOLIERS (SIN SPOILERS) POR FALTA DE ESPACIO.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Pero todo aquello que brilla esconde un lado de oscuridad, y al igual que la mayoría de proyectos del director, también están presentes en “Oppenheimer”. Es conocido que de lo que más peca Nolan es de componer un cine de sobrexposición a raíz de infinitos diálogos, cada cual más técnico y espeso que el anterior, con los que cuenta más que muestra. No llega a extralimitarse como lo hizo con “TENET”, pues aquí por lo menos podemos seguir el hilo de los acontecimientos sin ser exajeradamente rebuscado, pero sumándole la rapidez de su montaje y de sus secuencias, con la que explica sus historias y tratándose de, ni más ni menos que, 180 minutazos de metraje, el viaje puede volverse algo exasperante, puesto que no da descanso ni permite que se de tiempo a la respiración dramatica y, en mi caso, a la hora y media de película mi cabeza ya estaba saturada y pidiendo a gritos que los personajes se callaran y poder tomarme un minuto de descanso. Pasadas dos horas, y ya estallada la bomba, la hora restante de metraje, careciente de cualquier tipo de climax, se limita a continuar con el relato de desprestigio de Oppenheimer por parte de su oponente Lewis Strauss y que, a pesar de reflejar la podredumbre de las altas esferas y de una atrayente imagen en blanco y negro (de la cual aún no le encuentro su sentido), el interés decae por su propio peso al haber sido ya testigos de aquello que vinimos a ver.
Por otro lado y ligado con el problema de su falta de reposo dramático, se explican las consecuencias y el recuento de las víctimas mortales de los bombardeos de Japón, pero en ningún momento se llega a mostrar dicho efecto, haciéndoseme imposible no sentirme un tanto insípido. Aún que ello permite ser más introspectivo con Oppenhemier, el trabajo de autoculpa y arrepentimiento me deja un sabor un tanto descafeinado al no querer ser muy crítico con su protagonista para que, a pesar de lucha interna entre la ambición y lo racional, no lo juzguemos con crudeza ni perdamos toda la empatía con él; si en algún momento logras tenerla. A si que teniendo un mayor grado de introspección pero que al faltarle un mayor grado de autocrítica y desarrollo dramático, su resultado me resulta tan atrayente como un tanto decepcionante.
Tan interesante cómo exasperante y tan densa y acelerada como emocionante, “Oppenheimer”, es curiosa de degustar. A la vez que saboreas puro conocimiento y emoción acompañada de una fantástica banda sonora, unos efectos de sonido apabullantes, unas magníficas y veraces actuaciones, y unas potentes imágenes repletas de fuerza visual, te puede atropellar y saturar a base de sobrexposición con la que con muchas prisas te bombardea de información, sin darse un momento para reposar, cuidar su dramatica, ni darte un minuto de respiro, y eso en mi caso le resta demasiado. Pero sea cual sea tu opinión, el gran logro de convertir un biopic en el Blockbuster veraniego es una gran victoria que se lleva el cine, y eso, te guste o no, solo pueden hacerlo directores con el calibre de Nolan. Así que contento y dispuesto a continuar con este boom cinematográfico, me voy corriendo a ver las aventuras de la muñeca de plástico más famosa. ¡Come on Barbie, let’s go party!
Por otro lado y ligado con el problema de su falta de reposo dramático, se explican las consecuencias y el recuento de las víctimas mortales de los bombardeos de Japón, pero en ningún momento se llega a mostrar dicho efecto, haciéndoseme imposible no sentirme un tanto insípido. Aún que ello permite ser más introspectivo con Oppenhemier, el trabajo de autoculpa y arrepentimiento me deja un sabor un tanto descafeinado al no querer ser muy crítico con su protagonista para que, a pesar de lucha interna entre la ambición y lo racional, no lo juzguemos con crudeza ni perdamos toda la empatía con él; si en algún momento logras tenerla. A si que teniendo un mayor grado de introspección pero que al faltarle un mayor grado de autocrítica y desarrollo dramático, su resultado me resulta tan atrayente como un tanto decepcionante.
Tan interesante cómo exasperante y tan densa y acelerada como emocionante, “Oppenheimer”, es curiosa de degustar. A la vez que saboreas puro conocimiento y emoción acompañada de una fantástica banda sonora, unos efectos de sonido apabullantes, unas magníficas y veraces actuaciones, y unas potentes imágenes repletas de fuerza visual, te puede atropellar y saturar a base de sobrexposición con la que con muchas prisas te bombardea de información, sin darse un momento para reposar, cuidar su dramatica, ni darte un minuto de respiro, y eso en mi caso le resta demasiado. Pero sea cual sea tu opinión, el gran logro de convertir un biopic en el Blockbuster veraniego es una gran victoria que se lleva el cine, y eso, te guste o no, solo pueden hacerlo directores con el calibre de Nolan. Así que contento y dispuesto a continuar con este boom cinematográfico, me voy corriendo a ver las aventuras de la muñeca de plástico más famosa. ¡Come on Barbie, let’s go party!