Este hecho se nota mucho durante la escena vertebradora del relato, el interrogatorio a Huda en la cueva sabiendo que la van a matar por traidora.

A pesar de ser una escena interesante a nivel teórico, porque intenta justificar que nadie en circunstancias tan excepcionales como las que se viven actualmente en Palestina está libre de pecado. Todo el mundo es vulnerable en cierto modo, o sometido al peso de la opresión política o al de la tradición religiosa.

El debate que tienen ambos personajes es intencionadamente moralizador, hecho que para mí, quita realismo al momento y le dota de una teatralización innecesaria. En donde los protagonistas de este momento parece que hablen con el espectador más que entre ellos y parecen más interesados en enviar un mensaje que en aparentar congruencia con la situación vivida.

Y sí, a pesar de que los malos sean los colonos israelís, ya hemos pillado que por circunstancias involuntarias, puedes colaborar con ellos sin ser necesariamente una mala persona. De aquí, de la sonrisa final de Reem, que muestra que puestos a elegir, mejor escoger el bando de los "buenos".